2. El ejercicio de la responsabilidad misionera del cristiano seglar
2.1 El laicado misionero en la Iglesia de hoy y de aquí
El renacimiento del misionerismo seglar despega como se ha dicho anteriormente en la década de los años 50 del siglo pasado, cuando participa en el Congreso Misionero Internacional celebrado en Roma con motivo del año jubilar. Por esta época nacen en España las primeras asociaciones de laicado misionero de ámbito nacional, y nacen con una identidad cristiana y eclesial, identificándose con una Iglesia en la que la vocación misionera se consideraba patrimonio y tarea de todos los bautizados, y con el doble fin de promover la vocación misionera del seglar y de ser cauce para vivir de un modo explícito dicha vocación. Desde entonces han ido surgiendo diversas asociaciones, algunas totalmente laicales, en comunión con la Iglesia y reconocidas por ella, otras vinculadas a congregaciones religiosas o a delegaciones diocesanas de misiones.
Desde algunas congregaciones religiosas y delegaciones diocesanas de misiones, se envían laicos de uno en uno, o de equipo en equipo. También hay personas que van "por libre"; son personas que no se integran en ninguno de los anteriores grupos, pero que conocen a algún sacerdote, religioso o religiosa y se van con ellos; o los que se ponen en contacto con algun obispo de misiones y se ofrecen para trabajar con él. Esta atomización no es conveniente, ni para el laico ni para la institución que envía, ni menos para la Iglesia que recibe; porque lo que suele suceder es que se rebajan las exigencias ligadas al envío, perdiendo en calidad la misión laical. Se deben cuidar los cauces que hay en la Iglesia, y las diócesis deberían contar con las instituciones existentes a la hora de enviar a los laicos a misión. Pero hoy en día parece que interesa motivar y canalizar eclesialmente ofertas de presencia misionera al alcance de laicos no asociados, lo que revela un modelo de Iglesia clerical, un deseo de control y una falta de confianza en las asociaciones misioneras laicales, por muy reconocidas que sean y por muy vinculadas que estén a entidades eclesiales misioneras. Creemos en la bondad de cauces de Iglesia específicos y propios para misioneros seglares y nos importa la articulación que deben tener en la misión y dentro de la estructura eclesial.
La Comisión Episcopal de Misiones (CEM) publicó en 1997 el documento "Laicos Misioneros" (LM), con el deseo de que éste despertar misionero del laico fuese verdaderamente eficaz para la causa de la evangelización de todos los pueblos, y sirviese de orientación para los que se sientan llamados a esta tarea y para las personas y organismos relacionados con la pastoral de la misión "ad gentes". Ya anteriormente, en 1984, también en esta línea y animados por la CEM, se crea la Coordinadora de Asociaciones de Laicos Misioneros, como lugar de encuentro y coordinación entre las distintas asociaciones y como cauce de comunicación entre las mismas y la CEM.
2.2 De qué hablamos al hablar de laicos misioneros
La vivencia misionera no debe quedar reducida a una experiencia juvenil, sino que puede ser una forma estable de concretar la vocación laical. Asi que, para fijar ideas y saber de qué estamos hablando, diremos que el laico misionero es un bautizado llamado desde el evangelio y la fe en Jesucristo a servir en la misión ad gentes de la Iglesia; es un testigo del evangelio, parte integrante de una Iglesia local que le envía a misión, generalmente a proyectos concretos en los que se pide una colaboración técnica o bien una actividad pastoral, pero en cualquier caso va ante todo a compartir vida y fe con otro pueblo. Desde su trabajo voluntario, entendido como un compromiso serio, responsable, gratuito y por algunos años, es enviado como un verdadero agente pastoral para compartir su fe con los demás.
2.1 El laicado misionero en la Iglesia de hoy y de aquí
El renacimiento del misionerismo seglar despega como se ha dicho anteriormente en la década de los años 50 del siglo pasado, cuando participa en el Congreso Misionero Internacional celebrado en Roma con motivo del año jubilar. Por esta época nacen en España las primeras asociaciones de laicado misionero de ámbito nacional, y nacen con una identidad cristiana y eclesial, identificándose con una Iglesia en la que la vocación misionera se consideraba patrimonio y tarea de todos los bautizados, y con el doble fin de promover la vocación misionera del seglar y de ser cauce para vivir de un modo explícito dicha vocación. Desde entonces han ido surgiendo diversas asociaciones, algunas totalmente laicales, en comunión con la Iglesia y reconocidas por ella, otras vinculadas a congregaciones religiosas o a delegaciones diocesanas de misiones.
Desde algunas congregaciones religiosas y delegaciones diocesanas de misiones, se envían laicos de uno en uno, o de equipo en equipo. También hay personas que van "por libre"; son personas que no se integran en ninguno de los anteriores grupos, pero que conocen a algún sacerdote, religioso o religiosa y se van con ellos; o los que se ponen en contacto con algun obispo de misiones y se ofrecen para trabajar con él. Esta atomización no es conveniente, ni para el laico ni para la institución que envía, ni menos para la Iglesia que recibe; porque lo que suele suceder es que se rebajan las exigencias ligadas al envío, perdiendo en calidad la misión laical. Se deben cuidar los cauces que hay en la Iglesia, y las diócesis deberían contar con las instituciones existentes a la hora de enviar a los laicos a misión. Pero hoy en día parece que interesa motivar y canalizar eclesialmente ofertas de presencia misionera al alcance de laicos no asociados, lo que revela un modelo de Iglesia clerical, un deseo de control y una falta de confianza en las asociaciones misioneras laicales, por muy reconocidas que sean y por muy vinculadas que estén a entidades eclesiales misioneras. Creemos en la bondad de cauces de Iglesia específicos y propios para misioneros seglares y nos importa la articulación que deben tener en la misión y dentro de la estructura eclesial.
La Comisión Episcopal de Misiones (CEM) publicó en 1997 el documento "Laicos Misioneros" (LM), con el deseo de que éste despertar misionero del laico fuese verdaderamente eficaz para la causa de la evangelización de todos los pueblos, y sirviese de orientación para los que se sientan llamados a esta tarea y para las personas y organismos relacionados con la pastoral de la misión "ad gentes". Ya anteriormente, en 1984, también en esta línea y animados por la CEM, se crea la Coordinadora de Asociaciones de Laicos Misioneros, como lugar de encuentro y coordinación entre las distintas asociaciones y como cauce de comunicación entre las mismas y la CEM.
2.2 De qué hablamos al hablar de laicos misioneros
La vivencia misionera no debe quedar reducida a una experiencia juvenil, sino que puede ser una forma estable de concretar la vocación laical. Asi que, para fijar ideas y saber de qué estamos hablando, diremos que el laico misionero es un bautizado llamado desde el evangelio y la fe en Jesucristo a servir en la misión ad gentes de la Iglesia; es un testigo del evangelio, parte integrante de una Iglesia local que le envía a misión, generalmente a proyectos concretos en los que se pide una colaboración técnica o bien una actividad pastoral, pero en cualquier caso va ante todo a compartir vida y fe con otro pueblo. Desde su trabajo voluntario, entendido como un compromiso serio, responsable, gratuito y por algunos años, es enviado como un verdadero agente pastoral para compartir su fe con los demás.
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