Madre, una gracia te pido, 
que me sanes en cuerpo y alma.

sábado, 10 de diciembre de 2011

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

Evangelio: Juan 1, 6-8.19-28
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: -¿Tú quién eres? Él confesó sin reservas: -Yo no soy el Mesías. Le preguntaron: Entonces, ¿qué? ¿Eres tú Elías? Él dijo: -No lo soy. ¿Eres tú el profeta? Respondió: -No. Y le dijeron: -¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo? Él contestó: -Yo soy “la voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor” (como dijo el profeta Isaías). Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: -Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta? Juan les respondió: -Yo bautizo con agua; en medio de ustedes hay uno a quién no conocen. El que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.


Cuento: EL SENTIDO DE LA VIDA

Un día le preguntaron a un profesor: ¿cuál es el sentido de la vida?
Y éste sacando del bolsillo un trozo de espejo dijo a sus alumnos.
Cuando yo era pequeño me encontré un espejo roto y me quedé con este trozo y empecé a jugar con él. Era maravilloso, podía iluminar agujeros profundos y hendiduras oscuras. Podía reflejar la luz en esos lugares inaccesibles y esto se convirtió para mí en un juego fascinante.
Cuando ya me hice hombre comprendí que no era un juego de infancia sino un símbolo de lo que yo podía hacer con mi vida. Comprendí que yo no soy la luz ni la fuente de la luz. Pero supe que la luz existe y ésta sólo brillará en la oscuridad si yo la reflejo. Si yo la puedo llevar a estos lugares muchas veces inaccesibles.
Soy un trozo de espejo y aunque no poseo el espejo entero, con el trocito que tengo puedo reflejar luz en los corazones de los hombres y cambiar algunas cosas en sus vidas. Ese soy yo. Ese es el significado de mi vida.
El sentido de la vida, mis queridos alumnos, no es hacer solamente lo que nos complace, no es luchar por tener bienes guardados, no es trabajar incansablemente… el sentido de la vida consiste en ser luz para el otro. Y ser luz no nos da la grandeza de que todo lo podemos, sino saber que hay una Gran Luz o el Origen de la Luz, a la cual debo conducir a todos. El sentido de la vida es ser “TESTIGOS DE LA LUZ”.