Madre, una gracia te pido, 
que me sanes en cuerpo y alma.

sábado, 2 de enero de 2010

Aporte para la PRÉDICA DEL 2° DOM DE NAVIDAD


Comprender la Liturgia dominical por el Padre Adelino
Empecemos por pensar en la Sabiduría de Dios. Dios en su Sabiduría ha creado todas las cosas y las hizo bien hechas (así nos dice el Libro del Génesis). Esa misma Sabiduría está en la Palabra creadora del Creador, es ella misma la Palabra del Creador y es la que ordena todo lo creado. En este sentido la Sabiduría es personificada en la Acción Creadora de Dios, gana sentido de Verbo: "hágase". En este mismo sentido nos encontramos con el texto de la Primera Lectura de hoy:
"El creador de todas las cosas me dio una orden, el que me creó me hizo instalar mi carpa, él me dijo: "Levanta tu carpa en Jacob y fija tu herencia en Israel". Él me creó antes de los los siglos no dejaré de existir..."
El orden que le da el creador a la Sabiduría contiene un doble sentido, primero el de crear el universo, las cosas, dándoles sentido; es segundo es que le pide o mejor dicho, la ordena que habite en la tierra.
¿Para qué la Sabiduría en la tierra? ¿Cuál es su función? Acordémonos que la Sabiduría es Don del Espíritu Santo. Sólo a través de la sabiduría podemos conocer a Dios. Ya no es la sabiduría que buscaban los filósofos griegos, la que lleva a la felicidad, sino la sabiduría que trae la felicidad de pertenecer a Dios y la vida eterna, para los que esperan en el Señor.
Y la Sabiduría vino a armar su carpa entre nosotros... Fue creada antes de todo lo creado, existirá eternamente. Observemos el paralelismo. Es lo que dice el Evangelio referiéndose a Jesús:
"La Palabra estaba con Dios, la Palabra era Dios y la Palabra armó su carpa entre nosotros..."
Creo que podemos hacer una relación más clara entre la Primera Lectura (la Sabiduría) y el Evangelio (Jesús). La Sabiduría nos sirve para que nos acerquemos a Dios, hemos dicho anteriormente, pero la única forma de acercarse a Dios, el único camino es su Hijo Jesucristo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre sino por mí". Entonces la Sabiduría en el Antiguo Testamento servía para preparar la llegada del Salvador, hoy nos sirve a nosotros para que reconozcamos que sin Él no tenemos vida plena.
Por otro lado la Sabiduría ahora es personificada en Jesús, porque todo fue creado en él, por él y para él; en otras Palabras la Sabiduría es el mismo Jesús, la Palabra Eterna del Padre, la Palabra que asume nuestra carne, que asume nuestra dimensión humana, nuestra condición humana en todo menos en el pecado (reflexión de la Navidad). La Sabiduría-Jesús es la Acción creadora y la Acción renovadora del Padre, pero la renovación del Padre es en su Hijo, que a la vez es su Palabra. En el Apocalipsis Jesús va a proclamar: "Yo hago nueva todas las cosas", porque el poder ahora pertenece a él y él obra según la voluntad del Padre, según su Palabra. (desde aquí se podría hablar de otros temas más como por ejemplo, la preexistencia de Jesús, la unidad de Jesús con el Padre, la formación de la Trinidad... pero durante el año reflexionaremos sobre estos temas).
La sabiduría es lo que nos da la condición para reconocer la Acción de Dios como creador y dueño de todo lo creado. Si los científicos no lo reconocen de esta forma, es porque no hay sabiduría divina, hay solo la inteligencia humana.
La sabiduría nos capacita para que levantemos la voz al igual que San Pablo y digamos:
"Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegidos en él antes de la creación del mundo..."
o sea, existimos desde siempre en el corazón del Padre, o de la Trinidad Santa, por eso Jesús dice en su ascención: "voy a la casa del Padre a prepararles un lugar", todo eso es sólo por el hecho de que "Dios nos ha amado primero".

viernes, 1 de enero de 2010

HIMNO DE TE DEUM

En este momento en que nos despedimos de un año más que pasamos y nos alegramos por la llegada del nuevo año, no podemos tener otra actitud que no sea la de glorificar a Dios por su infinita bondad. Es en su amor que nosotros podemos disfrutar la vida y celebrar cada día del año. Alabemos al Señor de los amores por regalarnos la gracia de un año más.


A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre, te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.


Los cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles, la multitud admirable de los profetas, el blanco ejército de los mártires.

A ti la Iglesia santa, extendida por toda la tierra, te proclama:
Padre de inmensa majestad, Hijo único y verdadero, digno de adoración, Espíritu Santo, Defensor.

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre, aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte, abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios en la gloria del Padre.
Creemos que vendrás como juez.

Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna nos asociemos a tus santos.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad.
Sé su pastor y ensálzalo eternamente.

Día tras día te bendecimos y alabamos tu nombre para siempre, por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié, no me veré defraudado para siempre.

SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS


1° de enero
La Iglesia Católica quiere comenzar el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María. La fiesta mariana más antigua que se conoce en Occidente es la de "María Madre de Dios". Ya en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma y donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa, en tiempos de las persecuciones, hay pinturas con este nombre: "María, Madre de Dios".

Si nosotros hubiéramos podido formar a nuestra madre, ¿qué cualidades no le habríamos dado? Pues Cristo, que es Dios, sí formó a su propia madre. Y ya podemos imaginar que la dotó de las mejores cualidades que una criatura humana puede tener.

Pero, ¿es que Dios ha tenido principio? No. Dios nunca tuvo principio, y la Virgen no formó a Dios. Pero Ella es Madre de uno que es Dios, y por eso es Madre de Dios.

Y qué hermoso repetir lo que decía San Estanislao: "La Madre de Dios es también madre mía". Quien nos dio a su Madre santísima como madre nuestra, en la cruz al decir al discípulo que nos representaba a nosotros: "He ahí a tu madre", ¿será capaz de negarnos algún favor si se lo pedimos en nombre de la Madre Santísima?

Al saber que nuestra Madre Celestial es también Madre de Dios, sentimos brotar en nuestro corazón una gran confianza hacia Ella.

Cuando en el año 431 el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, se reunieron los 200 obispos del mundo en Éfeso (la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años) e iluminados por el Espíritu Santo declararon: "La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios". Y acompañados por todo el gentío de la ciudad que los rodeaba portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén".

El título "Madre de Dios" es el principal y el más importante de la Virgen María, y de él dependen todos los demás títulos y cualidades y privilegios que Ella tiene.

Los santos muy antiguos dicen que en Oriente y Occidente, el nombre más generalizado con el que los cristianos llamaban a la Virgen era el de "María, Madre de Dios".

jueves, 31 de diciembre de 2009

MENSAJE PARA EL FIN DE AÑO



TE DESEO

Te deseo primero que ames, y que amando, también seas amado. Y que, de no ser así, seas breve en olvidar y que después de olvidar, no guardes rencores.

Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas ser sin desesperar.

Te deseo también que tengas amigos, y que, incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles, y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar. Y porque la vida es así, te deseo también que tengas enemigos. Ni muchos ni pocos, en la medida exacta, para que, algunas veces, te cuestiones tus propias certezas.

Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo, para que no te sientas demasiado seguro.

Te deseo además, que seas útil, mas no insustituible. Y que en los momentos malos, cuando no quede mas nada, esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie. Igualmente, te deseo que seas tolerante; no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente, y que haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven no madures demasiado de prisa, y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer, y que siendo viejo no te dediques al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor y es necesario dejar que fluyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste. No todo el año, sino apenas un día. Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena, que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras, con urgencia máxima, por encima y a pesar de todo, que existen, y que te rodean, seres oprimidos, tratados con injusticia y personas infelices.

Te deseo que acaricies un gato, alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal, porque de esta manera, te sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla, por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento, para que descubras de cuántas vidas está hecho un árbol.

Te deseo, además, que tengas dinero, porque es necesario ser práctico. Y que por lo menos una vez por año pongas algo de ese dinero frente a ti y digas: "Esto es mío", sólo para que quede claro quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno de tus afectos muera, pero que si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer, y que siendo mujer, tengas un buen hombre, mañana y al día siguiente, y que cuando estén cansados y sonrientes, hablen sobre el amor para recomenzar.

"Si todas estas cosas llegaran a pasar, no tengo más nada que desearte, sino que seas feliz..."

Anónimo

María Madre de Dios


XXXIV Jornada Mundial de la Paz

Homilia de PP. Juan Pablo II

1. "Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al Niño acostado en el pesebre" (Lc 2, 19).

Hoy, Octava de Navidad, la liturgia nos estimula con estas palabras a caminar, con nuevo y consciente fervor, hacia Belén, para adorar al Niño divino, que ha nacido por nosotros. Nos invita a seguir los pasos de los pastores que, al entrar en la gruta, reconocen en aquel pequeño ser humano, "nacido de una mujer, nacido bajo la ley" (Ga 4, 4), al Omnipotente que se hizo uno de nosotros. Junto a él, José y María son testigos silenciosos del prodigio de la Navidad. Este es el misterio que también nosotros, hoy, contemplamos asombrados: ha nacido por nosotros el Señor. María dio "a luz al Rey que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos" (cf. Sedulio).

Permanecemos extasiados ante la escena que nos narra el evangelista. Contemplemos, de modo particular, a los pastores. Ellos, modelos sencillos y gozosos de la búsqueda humana, especialmente en el marco del gran jubileo, ponen de manifiesto cuáles deben ser las condiciones interiores para encontrar a Jesús.

La desarmante ternura del Niño, la pobreza sorprendente en la que se halla, y la humilde sencillez de María y José transforman la vida de los pastores: se convierten así en mensajeros de salvación, evangelistas ante litteram. Escribe san Lucas: "Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho" (Lc 2, 20). Se fueron felices y enriquecidos por un acontecimiento que había cambiado su existencia. En sus palabras se percibe el eco de una alegría interior que se transforma en canto: "Se volvieron dando gloria y alabanza a Dios".

2. También nosotros, en este Año jubilar, nos hemos puesto en camino para encontrar a Cristo, el Redentor del hombre. Al cruzar la Puerta santa, hemos experimentado su presencia misteriosa, que da al hombre la posibilidad de pasar del pecado a la gracia, de la muerte a la vida. El Hijo de Dios, que se encarnó por nosotros, nos ha hecho oír su fuerte exhortación a la conversión y al amor.

¡Cuántos dones, cuántas ocasiones extraordinarias ha ofrecido el gran jubileo a los creyentes! En la experiencia del perdón recibido y dado, en el recuerdo de los mártires, en la escucha del grito de los pobres del mundo y en los testimonios llenos de fe que nos han transmitido nuestros hermanos creyentes de todos los tiempos, también nosotros hemos percibido la presencia salvífica de Dios en la historia. Hemos palpado su amor que renueva la faz de la tierra. Dentro de algunos días concluirá este tiempo especial de gracia. Como a los pastores que fueron a adorarlo, Cristo pide a los creyentes, a quienes ha dado la alegría de encontrarlo, una valiente disponibilidad a ponerse nuevamente en camino para anunciar su Evangelio, antiguo y siempre nuevo. Los envía a vivificar la historia y las culturas de los hombres con su mensaje salvífico.

3. "Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios" (Lc 2, 30). También nosotros, animados y enriquecidos por la gracia jubilar, iniciemos este nuevo año que nos da el Señor. Nos confortan las palabras de la primera lectura, que renuevan la bendición del Creador: "El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz" (Nm 6, 24-25). El Señor nos dé su paz, la paz que no es fruto de componendas humanas, sino del sorprendente efecto de su mirada benévola sobre nosotros. Esta es la paz que invocamos hoy, al celebrar la XXXIV Jornada mundial de la paz.

Saludo con gran afecto a los ilustres señores embajadores del Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, presentes en esta solemne liturgia. Saludo, de modo particular, al querido monseñor François Xavier Nguyên Van Thuân, presidente del Consejo pontificio Justicia y paz, así como a los colaboradores de ese dicasterio, que tiene la misión específica de representar la solicitud del Papa y de la Sede apostólica por la promoción de un mundo más justo y concorde. Saludo a las autoridades y a cuantos han querido intervenir en este encuentro de oración por la paz. A todos quisiera volver a proponer idealmente el Mensaje para la jornada mundial de la paz de este año, en el que he afrontado un tema particularmente actual, el "Diálogo entre las culturas para una civilización del amor y la paz".

4. Hoy, en este sugestivo marco litúrgico, renuevo a toda persona de buena voluntad la invitación apremiante a recorrer con confianza y tenacidad el camino privilegiado del diálogo. Sólo así no se dilapidarán las riquezas específicas, que caracterizan la historia y la vida de los hombres y los pueblos, sino que, por el contrario, podrán contribuir a la construcción de una era nueva de solidaridad fraterna. Ojalá que todos se esfuercen por promover una auténtica cultura de la solidaridad y de la justicia, estrechamente "unida al valor de la paz, objetivo primordial de toda sociedad y de la convivencia nacional e internacional" (Mensaje para la XXXIV Jornada mundial de la paz, 8 de diciembre de 2000, n. 18: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 15 de diciembre de 2000, p. 11).

Esto es más necesario aún en la actual situación mundial, que se ha vuelto compleja a causa de la difundida movilidad humana, la comunicación global y el encuentro, no siempre fácil, entre culturas diversas. Al mismo tiempo, hay que reafirmar con vigor la urgencia de defender la vida, bien fundamental de la humanidad, ya que "no se puede invocar la paz y despreciar la vida" (ib., 19).

Elevemos al Señor nuestra oración para que el respeto de estos valores de fondo, patrimonio de toda cultura, contribuya a la construcción de la deseada civilización del amor y de la paz. Que nos lo obtenga Cristo, Príncipe de la paz, a quien contemplamos en la pobreza del pesebre.

5. "María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón" (Lc 2, 19).

Hoy la Iglesia celebra la solemnidad de María, Madre de Dios. Después de presentarla como la Madre que ofrece el Niño a los pastores que lo buscaban con solicitud, el evangelista san Lucas nos brinda un icono de María, sencillo y majestuoso a la vez. María es la mujer de fe, que acogió a Dios en su corazón, en sus proyectos, en su cuerpo y en su experiencia de esposa y madre. Es la creyente capaz de captar en el insólito nacimiento del Hijo la llegada de la "plenitud de los tiempos" (Ga 4, 4), en la que Dios, eligiendo los caminos sencillos de la existencia humana, decidió comprometerse personalmente en la obra de la salvación.

La fe lleva a la Virgen santísima a recorrer sendas desconocidas e imprevisibles, conservando todo en su corazón, es decir, en la intimidad de su espíritu, para responder con renovada adhesión a Dios y a su designio de amor.

6. A ella dirigimos, al comienzo de este nuevo año, nuestra oración.

Ayúdanos también a nosotros, oh María, a renovar con espíritu de fe nuestra existencia. Ayúdanos a saber salvaguardar espacios de silencio y de contemplación en la frenética vida diaria. Haz que tendamos siempre hacia las exigencias de la paz verdadera, don de la Navidad de Cristo.

A ti, en este primer día del año 2001, te encomendamos las expectativas y las esperanzas de toda la humanidad: "Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no desoigas la oración de tus hijos necesitados; antes bien, líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita" (Liturgia de las Horas).

Virgen Madre de Dios, intercede por nosotros ante tu Hijo, para que su rostro resplandezca en el camino del nuevo milenio y todo hombre pueda vivir en la justicia y la paz. Amén.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Jesús, nuestro Salvador


Fuente: http://www.oraciones.com.es/evangelio/jesus-nuestro-salvador.htm

«Y el ángel le dijo: "José, hijo de David, no temas tomar contigo a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un nijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo ele los pecados"» (Mt 1,21-22).


¿ Y cómo nos salva Jesús?
En ningún otro nombre podemos encontrar la salvación, sino en el nombre de Jesús, el cual nos trae el perdón de nuestros pecados, la liberación de nuestras opresiones y ataduras egoístas, la salvación interior y exterior del nombre.
Juan Pablo II decía: «¡Abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo! Abrid a su poder salvador los estados, los sistemas económicos y políticos... Sólo él tiene palabras de vida, ¡sí!, de vida eterna».
Jesús, en cuanto hijo de Dios, no sólo se une sustancialmente con una naturaleza individual humana y se da gratuitamente a esa naturaleza sin mérito anterior de esta misma naturaleza, sino que, verdadero Dios y verdadero hombre, asume a toda la humanidad como verdadero cuerpo suyo. Jesús nos salva porque corresponde en toda su vida y en la muerte a la voluntad santísima de Dios y a su amor gratuito e incondicional. Jesús rué siempre fiel a Dios y a los hombres. Diríamos que toda la humanidad e incluso toda la creación ha correspondido, en Jesús, al amor incondicional y gratuito que Dios derramó en ella.
¿Fue necesario para nuestra salvación que Jesús muriera en la cruz? ¿No podía habernos redimido con una sola palabra o una simple sonrisa? Hemos de responder afirmativamente: Jesús pudo redimirnos con una sola palabra o con una sonrisa. Pudo poner en esa sonrisa toda la sumisión y amor al Padre, y esto hubiera sido redentor. Además los actos de Cristo son de infinito valor, y por ello un solo acto de Cristo tiene valor infinito para nuestra salvación. Mas Jesús, viviendo la vida encarnada en radical compromiso con la liberación del hombre en un mundo de pecado y constituyéndose en destructor de todas las barreras y ataduras sociales, políticas e incluso religiosas que aprisionan al hombre, habría de desembocar en el patíbulo de la cruz. Dios Padre no quería la muerte en la cruz de su hijo; sólo quería el amor de su hijo. Y Jesús, por el amor a su Padre y por ser riel al hombre, fue llevado a la cruz como manso cordero.
El hombre se realiza como hombre siendo, como Jesús, fiel a Dios y comprometiéndose en la lucha de liberación del hombre en todo lo que no le deja ser hombre.

martes, 29 de diciembre de 2009

Jesús, único salvador


Dominus Iesus
I. A propósito de la mediación salvífica única y universal de Jesucristo

1. Debe ser creído firmemente que Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, crucificado y resucitado, es el mediador único y universal de la salvación de la humanidad.

2. También debe ser creído firmemente que Jesús de Nazaret, hijo de María y único Salvador del mundo, es el Hijo y Verbo del Padre. Para la unidad del plan de salvación centrado en Jesucristo, se debe retener además que el operar salvífico del Verbo se actúa en y por Jesucristo, Hijo encarnado del Padre, cual mediador de la salvación de toda la humanidad. Por lo tanto, es contrario a la fe católica, no solamente afirmar una separación entre el Verbo y Jesús, o entre la acción salvífica del Verbo y la de Jesús, sino también sostener la tesis de una acción salvífica del Verbo como tal en su divinidad, independientemente de la humanidad del Verbo encarnado.

II. A propósito de la unicidad y plenitud de la revelación en Cristo

3. Debe ser creído firmemente que Jesucristo es mediador, cumplimiento y plenitud de la revelación. Por lo tanto, es contrario a la fe de la Iglesia sostener que la revelación de o en Jesucristo sea limitada, incompleta eimperfecta. Si bien el pleno conocimiento de la revelación divina se tendrá solamente el día de la venida gloriosa del Señor, la revelación histórica de Jesucristo ofrece ya todo lo que es necesario para la salvación del hombre, y no necesita ser completada por otras religiones.

4. Es conforme a la doctrina católica afirmar que las semillas de verdad y bondad que existen en las otras religiones son una cierta participación en las verdades contenidas en la revelación de o en Jesucristo. Al contrario, es opinión errónea considerar que esos elementos de verdad y bondad, o algunos de ellos, no derivan, en última instancia, de la mediación fontal de Jesucristo.

III. A propósito de la acción salvífica universal del Espíritu Santo

5. La fe de la Iglesia enseña que el Espíritu Santo, operante después de la resurrección de Jesucristo, es siempre el Espíritu de Cristo enviado por el Padre, que actúa en modo salvífico tanto en los cristianos como en los no cristianos. Por lo tanto, es contrario a la fe católica considerar que la acción salvífica del Espíritu Santo se pueda extender más allá de la única economía salvífica universal del Verbo encarnado.

IV. A propósito de la ordenación de todos los hombres a la Iglesia

6. Debe ser creído firmemente que la Iglesia es signo e instrumento de salvación para todos los hombres. Es contrario a la fe de la Iglesia considerar la diferentes religiones del mundo como vías complementarias a la Iglesia en orden a la salvación.

7. Según la doctrina de la Iglesia, también los seguidores de las otras religiones están ordenados a la Iglesia y están todos llamados a formar parte de ella.

V. A propósito del valor y de la función salvífica de las tradiciones religiosas.

8. Según la doctrina católica, se debe considerar que «todo lo que el Espíritu obra en los hombres y en la historia de los pueblos, así como en las culturas y religiones, tiene un papel de preparación evangélica (cf. Const. dogm. Lumen gentium, n. 16)». Por lo tanto, es legítimo sostener que el Espíritu Santo actúa la salvación en los no cristianos también mediante aquellos elementos de verdad y bondad presentes en las distintas religiones; mas no tiene ningún fundamento en la teología católica considerar estas religiones, en cuanto tales, como vías de salvación, porque además en ellas hay lagunas, insuficiencias y errores acerca de las verdades fundamentales sobre Dios, el hombre y el mundo.

Por otra parte, el hecho de que los elementos de verdad y bondad presentes en las distintas religiones puedan preparar a los pueblos y culturas a acoger el evento salvífico de Jesucristo no lleva a que los textos sagrados de las mismas puedan considerarse complementarios al Antiguo Testamento, que es la preparación inmediata al evento mismo de Cristo.

El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en el transcurso de la Audiencia del 19 de enero de 2001, a la luz de los pasos dados ulteriores desarrollos, ha confirmado su aprobación a la presente Notificación, decidida en la Sesión Ordinaria del Dicasterio, y ha ordenado que sea publicada. Roma, en la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 24 de enero de 2001, memoria litúrgica de San Francisco de Sales. Cardenal Joseph Card. Ratzinger

Prefecto de la Congregación de la Fe

Tarcisio Bertone, S.D.B.

Arzobispo

lunes, 28 de diciembre de 2009

Reflexión sobre los Santos Inocentes


Los Santos Inocentes

Autor: P. José Rodrigo Escorza

Mateo 2, 13-18

Después de que los magos partieron de Belén, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: "Levantate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo".
José se levantó, y esa misma noche tomó al niño y a su madre y partió a Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.
Cuando Herodes se dio cuenta de que los magos lo habían engañado, se puso furioso y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años. conforme a la fecha que los magos le habían indicado.
Así se cumplieron las palabras del profeta Jeremías: En Ramá se ha escuchado un grito, se oyen llanttos y lamentos: es Raquel que llora por sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya están muertos.

Reflexión

Desde siempre, la Iglesia posee la firme convicción de que quienes padecen la muerte por razón de la fe, sin haber recibido el Bautismo, son bautizados por su muerte con Cristo y por Cristo. Este Bautismo de sangre como el deseo del Bautismo, produce los frutos del Bautismo sin ser sacramento (Catecismo Universal de la Iglesia Católica, nº 1258).

A los cuarenta días de haber nacido, María y José llevaron a Jesús al Templo para presentarlo al Señor. En esta ocasión Simeón les dijo: “Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción” - y dirigiéndose a María: “¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!” (Lc 2, 34).

Esta profecía pronto se iba cumpliendo, aquí en particular, por las circunstancias que motivaron la huida de la Sagrada Familia a Egipto. En el corazón de Herodes se habían despertado recelos contra su nuevo contrincante. Es verdad, Jesucristo era un Rey, y vino para reinar. Sin embargo, su estilo de reinar iba a ser muy diferente: vino a reinar sirviendo.

Pero no hubo tiempo para darle explicaciones a Herodes. San José actuó como hubiese actuado todo buen padre de familia: sin hesitar llevó a los suyos hacia un lugar donde estaban seguros. Y ahí los iba manteniendo - cosa que no era fácil, porque todo refugiado suele ser despreciado.

Por otra parte, el corazón de María sufrió una de las primeras heridas que la espada profetizada le iba a deparar. Le debió de haber dolido profundamente este rechazo y esta enemistad a muerte, que desde el inicio se habían desatado en su propio pueblo contra su Hijo divino. Al conocer después el hecho de la matanza de los inocentes Ella habrá ofrecido sus purísimas lágrimas a Dios en reparación por tan grande ofensa. Amor y dolor siempre estaban muy unidos en la vida de María.

El Vaticano en 3D


EXCELENTE!!!!!!!!!!!!!

como suelo decir en situaciones similares, quizás algunos de Uds. ha tenido la dicha de estar in corpore en este maravilloso lugar...volverán a disfrutarlo...Y los que no, quedarán maravillados....sigan las instrucciones.




INSTRUCCIONES

Una vez abras la página, hacé click en uno de de los espacios que elegiste del plano y te aseguro que entrarás al Vaticano.
Poné los parlantes ...

A la izquierda de la pantalla en la parte inferior verás los símbolos "más" y "menos" para el zoom (también lo podés hacer con la ruedita del ratón), y además apretando el botón izquierdo del ratón podrás dirigir tu visita con el cursor arriba, abajo y hacia ambos lados para ver todo el espacio en sus 360 grados.
Para cambiar de imágen usa en tu barra de herramientas ¨ir a la página anterior¨

Si tu compu no es muy rápida tenés que tener un poquito de paciencia, porque cada lugar donde quieras entrar debes esperar unos segundos para que cargue, pero.....¡VALE LA PENA...!!!


Link para que entres:
http://www.vatican.va/various/basiliche/san_paolo/vr_tour/index-it.html

DÍA DE LOS SANTOS INOCENTES


FUENTE: WIKIPEDIA

La iglesia católica recuerda este acontecimiento el 28 de diciembre, aunque de acuerdo con los Evangelios, la matanza debió haber sucedido después de la visita de los Reyes Magos al rey Herodes (uno o dos días despúes del 6 de enero), aunque también la fecha de la adoración de los Reyes Magos a Jesús no tiene una fecha dada exactamente en las escrituras, que sin embargo citan dicha visita.

Es muy corriente la explicación de la Navidad y demás fechas alrededor de ella como fechas arbitrarias, pues estas no figuran en los evangelios. Sin embargo, según el evangelio (Lucas 1.13-60); Zacarias supo que Santa Isabel estaba encinta de Juan el Bautista el día de la fiesta del final de la cosecha, esta festividad tiene lugar una sola vez al año en la religión judía, aun en nuestros días; la última semana del mes de septiembre. El evangelio también indica que Juan el Bautista era mayor que Jesucristo por seis meses. Por lo tanto, si el embarazo del Bautista comienza en la última semana de septiembre, es evidente que nació en la última de junio y que siendo seis meses mayor que Cristo, éste nació en la última semana de diciembre.

Si seguimos fielmente los evangelios, tenemos lo siguiente: El evangelio de Lucas nos muestra que Jesús nació en Belén debido a que César mandó que se realizase un censo de la población, lo que obligó a José y María a viajar a ese lugar. Miqueas el profeta, con varios siglos de antelación predijo que Jesús vendría de ese pueblo cercano a Jerusalén (Miqueas 5.2).

Los belenes, hoy día, intentan representar lo que fue el nacimiento de Jesús, pero lo que realmente pasó es muy distinto a lo que con tanta frecuencia se representa. Además de hablarnos del censo que hizo que José y María fueran a Belén, el evangelista Lucas nos cuenta que había pastores que estaban pasando aquella importante noche a cielo raso, con sus rebaños. Esto nos lleva a la lógica conclusión de que Jesús no pudo haber nacido en diciembre ya que es improbable que César obligara a los judíos, a punto de la sublevación, a realizar un viaje hasta sus lugares de origen durante la estación fría y lluviosa. Es igual de improbable que los pastores estuvieran viviendo a la intemperie con sus rebaños en un tiempo tan inclemente (Lucas 2.8-14).

domingo, 27 de diciembre de 2009

EL CÁNTICO DE ZACARÍAS


EL CÁNTICO DE ZACARÍAS
Lucas 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.