Madre, una gracia te pido, 
que me sanes en cuerpo y alma.

jueves, 7 de julio de 2011

EL SACERDOTE: CONFESOR Y DIRECTOR ESPIRITUAL, MINISTRO DE LA MISERICORDIA DIVINA

Presentación

«Es preciso volver al confesionario, como lugar en el cual celebrar el sacramento de la Reconciliación, pero también como lugar en el que “habitar” más a menudo, para que el fiel pueda encontrar misericordia, consejo y consuelo, sentirse amado y comprendido por Dios y experimentar la presencia de la Misericordia divina, junto a la presencia real en la Eucaristía » [1] .

Con estas palabras, el Santo Padre Benedicto XVI se dirigía durante el reciente Año sacerdotal a los confesores, indicando a todos y cada uno la importancia y la consiguiente urgencia apostólica de redescubrir el Sacramento de la Reconciliación, tanto en calidad de penitentes, como en calidad de ministros.
Junto a la Celebración eucarística diaria, la disponibilidad a la escucha de las confesiones sacramentales, a la acogida de los penitentes y, cuando sea requerido, al acompañamiento espiritual, son la medida real de la caridad pastoral del sacerdote y, con ella, testimonian que se asume con gozo y certeza la propia identidad, redefinida por el Sacramento del Orden y que nunca se puede limitar a mera función.

El sacerdote es ministro, es decir, siervo y a la vez administrador prudente de la divina Misericordia. A él queda confiada la gravísima responsabilidad de “perdonar o retener los pecados” (cfr. Jn 20, 23); a través de él, los fieles pueden vivir, en el presente de la Iglesia, por la fuerza del Espíritu, que es el Señor y da la vida, la gozosa experiencia del hijo pródigo, el cual, cuando regresa a la casa del padre por vil interés y como esclavo, es acogido y reconstituido en su dignidad filial.

Donde hay un confesor disponible, antes o después llega un penitente; y donde persevera, incluso de manera obstinada, la disponibilidad del confesor, ¡llegarán muchos penitentes!

Redescubrir el Sacramento de la Reconciliación, como penitentes y como ministros, es la medida de la auténtica fe en la acción salvífica de Dios, que se manifiesta con más eficacia en el poder de la gracia que en las estrategias humanas organizadoras de iniciativas, incluidas las pastorales, que a veces olvidan lo esencial.

Acogiendo con intensa motivación la llamada del Santo Padre y traduciendo su intención profunda, queremos ofrecer con este material, fruto maduro del Año sacerdotal, un instrumento útil para la formación permanente del Clero y una ayuda para redescubrir el valor imprescindible de la celebración del Sacramento de la Reconciliación y de la dirección espiritual.

La nueva evangelización y la renovación permanente de la Iglesia, semper reformanda, obtienen dinámica linfa vital de la santificación real de cada miembro; santificación que precede, postula y es condición de toda eficacia apostólica y de la invocada reforma del Clero.

En la generosa celebración del Sacramento de la divina Misericordia, cada sacerdote está llamado a hacer experiencia constante de la unicidad y de la indispensabilidad del Ministerio que se le ha encomendado; esta experiencia contribuirá a evitar esas “fluctuaciones de identidad”, que no pocas veces caracterizan la existencia de algunos presbíteros, favoreciendo el estupor agradecido que, necesariamente, colma el corazón de quien, sin mérito propio, ha sido llamado por Dios, en la Iglesia, a partir el Pan eucarístico y a dar el Perdón a los hombres.

Con estos deseos encomendamos la difusión y los frutos del presente material a la Santísima Virgen María, Refugio de los pecadores y Madre de la divina Gracia.


Vaticano, 9 de marzo de 2011
Miércoles de Ceniza
Mauro Card. Piacenza
Prefecto

X Celso Morga Iruzubieta
Arzobispo tit. de Alba marítima
Secretario


Para leer o descargar el documento aquí: Clero Confesor

domingo, 3 de julio de 2011

COPA AMÉRICA CATÓLICA


Mateo 28, 19-20
"Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden (he aquí)! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo."

La Biblia dice de las coronas que han de recibir los cristianos : La corona incorruptible (1 Corintios 9:25); La corona de justicia (2 Tim.4:8; La corona de la vida ( Santiago 1:12); La corona de gloria (1 Pedro 5:4) Pero, el galardón que han de recibir los cristianos que han sufrido persecución será muy especial. ¨Porque de ellos es el reino de los cielos¨, ¨vuestro galardón es grande en los cielos¨. Dice en Apocalípsis 6:9-11 y el cap. 7:9-17, que ¨se les dieron vestiduras blancas¨ 6:11; ¨... Estos son los que han salido de la garn tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblaquecido en la sangre del Cordero¨ 7: 14.

Frases Misioneras. Documento de Aparecida
APARECIDA – V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. (2007)

“Queremos expresar la alegría de ser discípulos del Señor y de haber sido enviados con el tesoro del Evangelio”. (Aparecida 28)

“La alegría del discípulo es antídoto frente a un mundo atemorizado por el futuro y agobiado por la violencia y el odio”. (Aparecida 29)

“La alegría del discípulo no es un sentimiento de bienestar egoísta sino una certeza que brota de la fe, que serena el corazón y capacita para anunciar la buena noticia del amor de Dios”. (Aparecida 29)

“Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo”. (Aparecida 29)

“Los cristianos somos portadores de buenas noticias para la humanidad y no profetas de desventuras”. (Aparecida 30)

“ La Iglesia debe cumplir su misión siguiendo los pasos de Jesús y adoptando sus actitudes”. (Aparecida 31)

“En la generosidad de los misioneros se manifiesta la generosidad de Dios, en la gratuidad de los apóstoles aparece la gratuidad del Evangelio”. (Aparecida 31)

“Nos sentimos interpelados a discernir los ‘signos de los tiempos', a la luz del Espíritu Santo, para ponernos al servicio del Reino, anunciado por Jesús, que vino para que todos tengan vida y “para que la tengan en plenitud”. (Aparecida 33)

“Necesitamos hacernos discípulos dóciles, para aprender de Él, en su seguimiento, la dignidad y plenitud de la vida”. (Aparecida 41)

“Los discípulos de Jesús confesamos nuestra fe con las palabras de Pedro: ‘Tus palabras dan Vida eterna'; ‘Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo'”. (Aparecida 101)

“Los discípulos de Jesús reconocemos que Él es el primer y más grande evangelizador enviado por Dios”. (Aparecida 103)
“Con la alegría de la fe, somos misioneros para proclamar el Evangelio de Jesucristo y, en Él, la buena nueva de la dignidad humana, de la vida, de la familia, del trabajo, de la ciencia y de la solidaridad con la creación. (Aparecida 103)

“Es propio del discípulo de Cristo gastar su vida como sal de la tierra y luz del mundo”. (Aparecida 110)

“El discípulo y el misionero promueve la dignidad del trabajador y del trabajo, el justo reconocimiento de sus derechos y de sus deberes, y desarrollan la cultura del trabajo y denuncian toda injusticia”. (Aparecida 121)

“El discípulo misionero, a quien Dios le encargó la creación, debe contemplarla, cuidarla y utilizarla, respetando siempre el orden que le dio el Creador”. (Aparecida 125)

“El discípulo experimenta que la vinculación íntima con Jesús en el grupo de los suyos es participación de la Vida salida de las entrañas del Padre, es formarse para asumir su mismo estilo de vida y sus mismas motivaciones, correr su misma suerte y hacerse cargo de su misión de hacer nuevas todas las cosas”. (Aparecida 131)

“Como discípulos y misioneros, estamos llamados a intensificar nuestra respuesta de fe y a anunciar que Cristo ha redimido todos los pecados y males de la humanidad”. (Aparecida 134)

“En el seguimiento de Jesucristo, aprendemos y practicamos las bienaventuranzas del Reino, el estilo de vida del mismo Jesucristo: su amor y obediencia filial al Padre, su compasión entrañable ante el dolor humano, su cercanía a los pobres y a los pequeños, su fidelidad a la misión encomendada, su amor servicial hasta el don de su vida”. (Aparecida 139)

“Nos alienta el testimonio de tantos misioneros y mártires de ayer y de hoy en nuestros pueblos que han llegado a compartir la cruz de Cristo hasta la entrega de su vida”. (Aparecida 140)

“Todo discípulo es misionero, pues Jesús lo hace partícipe de su misión, al mismo tiempo que lo vincula a Él como amigo y hermano”. (Aparecida 144)

“La misión no se limita a un programa o proyecto, sino que es compartir la experiencia del acontecimiento del encuentro con Cristo, testimoniarlo y anunciarlo de persona a persona, de comunidad a comunidad, y de la Iglesia a todos los confines del mundo”. (Aparecida 145)

“Discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo Él nos salva”. (Aparecida 146)

“El discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro”. (Aparecida 146)

“El discípulo misionero ha de ser un hombre o una mujer que hace visible el amor misericordioso del Padre, especialmente a los pobres y pecadores”. (Aparecida 147)

“El Espíritu en la Iglesia forja misioneros decididos y valientes como Pedro y Pablo, señala los lugares que deben ser evangelizados y elige a quiénes deben hacerlo”. (Aparecida 150)

“El Señor sigue derramando hoy su Vida por la labor de la Iglesia que, con la fuerza del Espíritu Santo enviado desde el cielo, continúa la misión que Jesucristo recibió de su Padre”. (Aparecida 151)

“Esta es la razón por la cual los seguidores de Jesús deben dejarse guiar constantemente por el Espíritu, y hacer propia la pasión por el Padre y el Reino: anunciar la Buena Nueva a los pobres, curar a los enfermos, consolar a los tristes, liberar a los cautivos y anunciar a todos el año de gracia del Señor”. (Aparecida 152)

“El encuentro de los discípulos con Jesús en la intimidad es indispensable para alimentar la vida comunitaria y la actividad misionera”. (Aparecida 154)

“La comunión y la misión están profundamente unidas entre sí… La comunión es misionera y la misión es para la comunión”. (Aparecida 163)
“El discipulado y la misión siempre suponen la pertenencia a una comunidad. Dios no quiso salvarnos aisladamente, sino formando un Pueblo”. (Aparecida 164)

“La maduración en el seguimiento de Jesús y la pasión por anunciarlo requieren que la Iglesia particular se renueve constantemente en su vida y ardor misionero”. (Aparecida 167)

“El discípulo hace la experiencia del encuentro con Jesucristo vivo, madura su vocación cristiana, descubre la riqueza y la gracia de ser misionero y anuncia la Palabra con alegría”. (Aparecida 167)

“El Espíritu Santo, que actúa en Jesucristo, es también enviado a todos en cuanto miembros de la comunidad, porque su acción no se limita al ámbito individual, sino que abre siempre a las comunidades a la tarea misionera, así como ocurrió en Pentecostés”. (Aparecida 171)

“Estamos llamados a ser maestros de la fe y, por tanto, a anunciar la Buena Nueva , que es fuente de esperanza para todos”. (Aparecida 187)

“El diálogo interreligioso se fundamenta justamente en la misión que Cristo nos confió, solicitando la sabia articulación entre el anuncio y el diálogo como elementos constitutivos de la evangelización”. (Aparecida 237)

“El anuncio y el diálogo, son elementos constitutivos de la evangelización”. (Aparecida 237)

“Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios”. (Aparecida 247)

“Los discípulos de Jesús anhelan nutrirse con el Pan de la Palabra : quieren acceder a la interpretación adecuada de los textos bíblicos, a emplearlos como mediación de diálogo con Jesucristo, y a que sean alma de la propia evangelización y del anuncio de Jesús a todos”. (Aparecida 248)

“La oración diaria es un signo del primado de la gracia en el itinerario del discípulo misionero. Por eso, “es necesario aprender a orar, volviendo siempre de nuevo a aprender este arte de los labios del Maestro”. (Aparecida 255)

“La piedad popular es una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia y una forma de ser misioneros”. (Aparecida 264 )

“María es la gran misionera, continuadora de la misión de su Hijo y formadora de misioneros. Ella, así como dio a luz al Salvador del mundo, trajo el Evangelio a nuestra América”. (Aparecida 269 )

“Son incontables las comunidades que han encontrado en María la inspiración más cercana para aprender cómo ser discípulos y misioneros de Jesús”. (Aparecida 269 )
“El discípulo es alguien apasionado por Cristo, a quien reconoce como el maestro que lo conduce y acompaña”. (Aparecida 277)

“El discípulo participa en la vida de la Iglesia y en el encuentro con los hermanos, viviendo el amor de Cristo en la vida fraterna solidaria”. (Aparecida 278)

“El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de los más necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios”. (Aparecida 278)

“El anuncio se fundamenta en el hecho de la presencia de Cristo Resucitado hoy en la Iglesia , y es el factor imprescindible del proceso de formación de discípulos y misioneros”. (Aparecida 279)

“Un auténtico camino cristiano llena de alegría y esperanza el corazón y mueve al creyente a anunciar a Cristo de manera constante en su vida y en su ambiente”. (Aparecida 280)

“El discípulo y misionero, movido por el impulso y el ardor que proviene del Espíritu, aprende a expresarlo en el trabajo, en el diálogo, en el servicio, en la misión cotidiana”. (Aparecida 284 )

“La vida en el Espíritu nos convierte en personas generosas y creativas, felices en el anuncio y el servicio misionero”. (Aparecida 285 )

“Ser discípulo es un don destinado a crecer. La iniciación cristiana da la posibilidad de un aprendizaje gradual en el conocimiento, amor y seguimiento de Jesucristo”. (Aparecida 291)

“ La Familia ofrece a los hijos un sentido cristiano de existencia y los acompaña en la elaboración de su proyecto de vida, como discípulos misioneros”. (Aparecida 302 )

“ La Iglesia peregrinante es misionera por naturaleza, porque toma su origen de la misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el designio del Padre. Por eso, el impulso misionero es fruto necesario de la vida que la Trinidad comunica a los discípulos”. (Aparecida 347)

“Los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás”. (Aparecida 360)

“La vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros. Eso es en definitiva la misión”. (Aparecida 360)

“Queremos ser continuadores de su misión, ya que ésta es la razón de ser de la Iglesia y que define su identidad más profunda”. (Aparecida 373)

“Los verdaderos destinatarios de la actividad misionera del pueblo de Dios no son sólo los pueblos no cristianos y las tierras lejanas, sino también los ámbitos socioculturales y, sobre todo, los corazones”. (Aparecida 375)

“Estamos dispuestos con la valentía que nos da el Espíritu, a anunciar a Cristo donde no es aceptado, con nuestra vida, con nuestra acción, con nuestra profesión de fe y con su Palabra". (Aparecida 377)

“Nuestra capacidad de compartir nuestros dones espirituales, humanos y materiales, con otras Iglesias, confirmará la autenticidad de nuestra nueva apertura misionera”. (Aparecida 379)

“La fe se fortifica dándola y es preciso que entremos en nuestro continente en una nueva primavera de la misión ad gentes”. (Aparecida 379)

“La voz del Señor nos sigue llamando como discípulos misioneros y nos interpela a orientar toda nuestra vida desde la realidad transformadora del Reino de Dios que se hace presente en Jesús”. (Aparecida 382)

“Ser discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos, en Él, tengan vida, nos lleva a asumir evangélicamente y desde la perspectiva del Reino las tareas prioritarias que contribuyen a la dignificación de todo ser humano, y a trabajar junto con los demás ciudadanos e instituciones en bien del ser humano”. (Aparecida 384)

“ La Iglesia tiene, como misión propia y específica, comunicar la vida de Jesucristo a todas las personas, anunciando la Palabra , administrando los Sacramentos y practicando la caridad”. (Aparecida 386)

“Los discípulos misioneros de Jesucristo tenemos la tarea prioritaria de dar testimonio del amor a Dios y al prójimo con obras concretas”. (Aparecida 386)

“Nos urge la misión de entregar a nuestros pueblos la vida plena y feliz que Jesús nos trae, para que cada persona humana viva de acuerdo con la dignidad que Dios le ha dado”. (Aparecida 389)

“Nuestra fidelidad al Evangelio nos exige proclamar en todos los areópagos públicos y privados del mundo de hoy, y desde todas las instancias de la vida y misión de la Iglesia , la verdad sobre el ser humano y la dignidad de toda persona humana”. (Aparecida 390)

“Los cristianos, como discípulos y misioneros, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos: los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo”. (Aparecida 393)

“Día a día, los pobres se hacen sujetos de la evangelización y de la promoción humana integral”. (Aparecida 398)

“Todo proceso evangelizador implica la promoción humana y la auténtica liberación, sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad”. (Aparecida 399)

“Para la Iglesia , el servicio de la caridad, igual que el anuncio de la Palabra y la celebración de los Sacramentos, es expresión irrenunciable de la propia esencia”. (Aparecida 399)

“La opción preferencial por los pobres nos impulsa, como discípulos y misioneros de Jesús, a buscar caminos nuevos y creativos, a fin de responder otros efectos de la pobreza”. (Aparecida 409 )

“Como discípulos misioneros, las nuevas generaciones están llamadas a transmitir a sus hermanos jóvenes sin distinción alguna, la corriente de vida que viene de Cristo, y a compartirla en comunidad construyendo la Iglesia y la sociedad”. (Aparecida 443 )

“Los discípulos y misioneros de Cristo deben iluminar con la luz del Evangelio todos los ámbitos de la vida social”. (Aparecida 501 )

“Como discípulos y misioneros al servicio de la vida, acompañamos a los pueblos indígenas y originarios en el fortalecimiento de sus identidades y organizaciones propias, la defensa del territorio, una educación intercultural bilingüe y la defensa de sus derechos”. (Aparecida 530)

“Los discípulos y misioneros de Cristo promueven una cultura del compartir en todos los niveles, en contraposición de la cultura dominante de acumulación egoísta”. (Aparecida 540)

“Una auténtica evangelización de nuestros pueblos implica asumir plenamente la radicalidad del amor cristiano, que se concreta en el seguimiento de Cristo en la Cruz ; en el padecer por Cristo a causa de la justicia; en el perdón y amor a los enemigos”. (Aparecida 543)

“¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de ‘sentido', de verdad y amor, de alegría y de esperanza!”. (Aparecida 548 )

“Urge acudir en todas las direcciones para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es más fuerte, que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia”. (Aparecida 548 )

“Somos testigos y misioneros: en las grandes ciudades y campos, en las montañas y selvas de nuestra América, en todos los ambientes de la convivencia social, en los más diversos “areópagos” de la vida pública de las naciones, en las situaciones extremas de la existencia, asumiendo ad gentes nuestra solicitud por la misión universal de la Iglesia ”. (Aparecida 548)

“Estamos cansados del camino, pero Tú nos confortas en la fracción del pan para anunciar a nuestros hermanos que en verdad Tú has resucitado y que nos has dado la misión de ser testigos de tu resurrección”. (Aparecida 554