ENCENDAMOS UNA VELA
HAGAMOS UNA ORACIÓN
JUNTEMOS NUESTROS CORAZONES POR LA PAZ DEL MUNDO
DIOS TE SALVE, MARÍA, LLENA ERES DE GRACIA...
GLORIA AL PADRE...
AMÉN
viernes, 14 de agosto de 2009
¿Qué es el amor? Última parte
Hola, queridos lectores.
Damos continuidad a nuestro tema y hoy lo terminamos.
Terminamos el capítulo diciendo que el amor y el perdón van de la mano. Parece que no lo entendemos así. Siempre queremos amar y nos cuesta perdonar. He escuchado muchas veces alguien que decía: “lo quiero (amo) pero no lo perdono”. ¿Cómo podemos entender eso? ¿Cómo puede ser que una persona que ama no sea capaz de perdonar a la persona amada? Es difícil de explicar así como es difícil de entender la situación.
Es cierto que podremos estar llenos de rabia, de bronca, de resentimientos por los hechos que se fueron dando, pero es cierto que tales hechos no pueden ser más fuertes, más grandes que el amor. Si eso viene a pasar es porque ese amor nunca fue amor. Es lo que habíamos dicho anteriormente, la percepción nos engaña, o de una manera simple y muy popular, podemos decir que “las apariencias engañan”.
Bien, el tema del amor nos lleva por la vereda del perdón, porque van de la mano y cuando se separan, cuando uno está por una vereda y el otro por la otra, aunque en la misma calle y en la misma dirección, perdemos el significado tanto del uno cuanto del otro.
¿Nunca escucharon alguien diciendo que consiguió perdonar pero que no ama más al otro como antes? Cuando sucede así es porque amor y perdón están caminando separados.
Pero no queremos entrar en el tema del perdón por ahora, eso lo dejaremos para más adelante. Nuestro tema es el amor.
El amor es capaz de todo, soporta todo, no es malicioso, no tiene envidia, no guarda rencor… Nos dice San Pablo cuando escribe a la comunidad de Corinto.
Con eso se nos pone más claro que el perdón está cerca del amor o el amor muy cerca del perdón.
Pedro una vez le preguntó a Jesús cuántas veces tendría que perdonar al hermano, si siete veces. Jesús multiplica la suma de Pedro diciéndole que no apenas siete veces sino setenta veces siete, o sea, siempre. ¿Qué querría afirmar Jesús con eso? Si vos amás, serás capaz de perdonar siempre.
Cuando Jesús habla de amor nos pone en aprietos, porque él es muy exigente. Fue capaz de decir que debemos amar no sólo a aquellos que nos aman, que no podemos dejar de amar a los enemigos… Son muchas exigencias que nos parece ser imposibles de vivirlas. Pero Jesús nos quiere con él y sería incapaz de pedirnos cosas imposibles. Es decir, amar es posible aunque el mundo, la sociedad esté diciendo que no. Amar es posible aunque la violencia nos lleve a pensar y a llenar el corazón de rencores. Amar es posible aunque haya tanta injusticia, discriminación, indiferencia e hipocresía.
Jesús nos enseña que debemos amar, porque Dios nos ha creado con amor, por el amor y para el amor. Dios es amor y nos amó primero.
Creo que ya llegamos al fin de nuestra búsqueda. No vamos a encontrar nunca una definición para el amor verdadero, la Biblia tampoco lo define porque el amor es vivencia no es concepto. Hay una gran diferencia entre conceptuar y vivir, Dios y Jesús nunca quisieron conceptuarlo sino que vivirlo para que nosotros aprendamos a amar, a vivir el amor, a ser amor, a tener amor.
En un determinado momento de su vida, Jesús estando con sus discípulos, les dijo: “he dejado el ejemplo y les doy mi nuevo mandamiento: ámense los unos a los otros como yo los he amado”. Eso quiero decir que amémonos sin reservas, sin discriminación, sin prejuicios, sin interés, sin hipocresía, sin esperar nada a cambio.
Recuerdes siempre: VOS SOS FRUTO DEL AMOR DE DIOS, ESTÁS LLAMADO(A) A AMAR. No interesa si el otro no ha aprendido a amarte, pero vos en cambio, debés amarlo así mismo.
EL AMOR DE DIOS NOS INVADA EL CORAZÓN Y SEAMOS, UN DÍA, SU FAMILIA FELIZ.
Damos continuidad a nuestro tema y hoy lo terminamos.
Terminamos el capítulo diciendo que el amor y el perdón van de la mano. Parece que no lo entendemos así. Siempre queremos amar y nos cuesta perdonar. He escuchado muchas veces alguien que decía: “lo quiero (amo) pero no lo perdono”. ¿Cómo podemos entender eso? ¿Cómo puede ser que una persona que ama no sea capaz de perdonar a la persona amada? Es difícil de explicar así como es difícil de entender la situación.
Es cierto que podremos estar llenos de rabia, de bronca, de resentimientos por los hechos que se fueron dando, pero es cierto que tales hechos no pueden ser más fuertes, más grandes que el amor. Si eso viene a pasar es porque ese amor nunca fue amor. Es lo que habíamos dicho anteriormente, la percepción nos engaña, o de una manera simple y muy popular, podemos decir que “las apariencias engañan”.
Bien, el tema del amor nos lleva por la vereda del perdón, porque van de la mano y cuando se separan, cuando uno está por una vereda y el otro por la otra, aunque en la misma calle y en la misma dirección, perdemos el significado tanto del uno cuanto del otro.
¿Nunca escucharon alguien diciendo que consiguió perdonar pero que no ama más al otro como antes? Cuando sucede así es porque amor y perdón están caminando separados.
Pero no queremos entrar en el tema del perdón por ahora, eso lo dejaremos para más adelante. Nuestro tema es el amor.
El amor es capaz de todo, soporta todo, no es malicioso, no tiene envidia, no guarda rencor… Nos dice San Pablo cuando escribe a la comunidad de Corinto.
Con eso se nos pone más claro que el perdón está cerca del amor o el amor muy cerca del perdón.
Pedro una vez le preguntó a Jesús cuántas veces tendría que perdonar al hermano, si siete veces. Jesús multiplica la suma de Pedro diciéndole que no apenas siete veces sino setenta veces siete, o sea, siempre. ¿Qué querría afirmar Jesús con eso? Si vos amás, serás capaz de perdonar siempre.
Cuando Jesús habla de amor nos pone en aprietos, porque él es muy exigente. Fue capaz de decir que debemos amar no sólo a aquellos que nos aman, que no podemos dejar de amar a los enemigos… Son muchas exigencias que nos parece ser imposibles de vivirlas. Pero Jesús nos quiere con él y sería incapaz de pedirnos cosas imposibles. Es decir, amar es posible aunque el mundo, la sociedad esté diciendo que no. Amar es posible aunque la violencia nos lleve a pensar y a llenar el corazón de rencores. Amar es posible aunque haya tanta injusticia, discriminación, indiferencia e hipocresía.
Jesús nos enseña que debemos amar, porque Dios nos ha creado con amor, por el amor y para el amor. Dios es amor y nos amó primero.
Creo que ya llegamos al fin de nuestra búsqueda. No vamos a encontrar nunca una definición para el amor verdadero, la Biblia tampoco lo define porque el amor es vivencia no es concepto. Hay una gran diferencia entre conceptuar y vivir, Dios y Jesús nunca quisieron conceptuarlo sino que vivirlo para que nosotros aprendamos a amar, a vivir el amor, a ser amor, a tener amor.
En un determinado momento de su vida, Jesús estando con sus discípulos, les dijo: “he dejado el ejemplo y les doy mi nuevo mandamiento: ámense los unos a los otros como yo los he amado”. Eso quiero decir que amémonos sin reservas, sin discriminación, sin prejuicios, sin interés, sin hipocresía, sin esperar nada a cambio.
Recuerdes siempre: VOS SOS FRUTO DEL AMOR DE DIOS, ESTÁS LLAMADO(A) A AMAR. No interesa si el otro no ha aprendido a amarte, pero vos en cambio, debés amarlo así mismo.
EL AMOR DE DIOS NOS INVADA EL CORAZÓN Y SEAMOS, UN DÍA, SU FAMILIA FELIZ.
miércoles, 12 de agosto de 2009
martes, 11 de agosto de 2009
¿Qué es el amor? Parte 3
Hola, ¿cómo están las cosas? Estamos de vuelta para hablar de nuestro tema, espero que hasta acá sea a gusto de ustedes para, juntos, encontrar una respuesta.
Terminamos el capítulo anterior diciendo que también encontramos, dentro de la Biblia, mensajes que hablan del amor a la sabiduría, a la familia, entre hermanos, comunidad, pero no hay una definición del amor.
Cuando Jesús vino al mundo, la gran prueba del amor de Dios para con la humanidad, como nos dice San Juan en su evangelio (3, 16):
“Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único,
para que todo aquel que cree en él no muera,
sino que tenga vida eterna”,
podemos pensar que sería para darnos la definición que estamos buscando, pero no, no la dio, en cambio les habló a sus discípulos muchísimo sobre el amor. ¿Se acuerdan de la pregunta fundamental? ¿Se acuerdan de la segunda pregunta fundamental? Pues bien, creo que ya podemos empezar a dar respuestas más exactas a estas preguntas.
Si nos sumergimos en el mar del Nuevo Testamento, encontramos algunos pasajes que pueden indicar el fin de nuestra curiosidad.
Empecemos, entonces, por oír la voz de Dios cuando se dirige a Jesús en una declaración de amor:
“Este es mi Hijo amado, a quien he elegido” (Mt 3, 17)
En esta declaración de amor podemos no sólo percibir el momento sino las consecuencias. Dios no quiso solo decir que Jesús es el Mesías, sino que por amor transfiere todo al Hijo, todo que es del Padre ahora pertenece al Hijo. Este término “amado” revela toda la exigencia que implica el amor; un amor sin límites, sin exclusiones, sin acepciones; amor que revela encontrarse en el otro.
Parece que la cosa se complica para nosotros que nos metimos a saber sobre este tema. Pero es así, ya no podemos parar, queremos llegar a una conclusión.
Dentro de esta claridad de lo que implica el amor, Jesús da una respuesta que puede ser que nos espante, pero que está en la misma línea de lo que hemos dicho anteriormente, un amor sin medidas, sin reservas y por encima de todo sin interés:
“El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a recibir.
Nadie me la quita, sino que yo la doy por mi propia cuenta”.
Vemos, por cierto, que tanto el amor de Dios Padre como el amor de Jesús son iguales, no son apenas semejantes, son iguales. Ambos tienen el mismo sentimiento, porque Jesús aprende con el Padre, lo recibió del Padre, se identifica con el Padre.
¿Por qué nos cuesta a nosotros saber sobre el verdadero amor? ¿Por qué nos cuesta entender el significado del amor? Para la primera pregunta doy una respuesta muy sencilla, tal vez sea porque estamos acostumbrados a buscar cosas pasajeras, a aferrarnos a lo efímero, a pensar en el momento. Para la segunda, creo que nunca vamos a entenderlo mientras estemos condicionando el amor a nuestros gustos. Sí, eso es lo que pasa. Acomodamos, negociamos cuando hablamos de amar. Nunca decimos que amamos sin medidas. Hay siempre una medida, el amor del otro. Nunca decimos que amamos sin límites, el límite es la respuesta del otro. Nunca amamos sin exclusión, excluimos a los que no nos caen bien y así podemos seguir hasta muy lejos. Otra cosa es que no queremos tampoco condicionarnos al amor, pensamos que amar pasa por la cabeza, o sea, solamente por la razón. El amor que es solamente razonable, es frío, pálido, gris.
Hay un dato más del Antiguo Testamento que quiero compartir con ustedes y que lo vamos a encontrar en la acción de Jesús, es el amor que lleva a perdonar:
“Por tu amor, oh Dios, ten compasión de mí;
por tu gran amor, borra mis culpas”. (Salmo 50, 3)
“¡Dios tierno y compasivo, paciente y grande en amor y verdad!
Por mil generaciones se mantiene fiel en su amor y perdona la maldad,
La rebeldía y el pecado…” (Ex 34 6-7)
“Ánimo, hijo, tus pecados están perdonados” (Mt 9, 2)
Parece que pasamos a entender que el amor va de la mano del perdón.
Les dejo pensando un poco… continuaremos en la próxima. P. Adelino
Terminamos el capítulo anterior diciendo que también encontramos, dentro de la Biblia, mensajes que hablan del amor a la sabiduría, a la familia, entre hermanos, comunidad, pero no hay una definición del amor.
Cuando Jesús vino al mundo, la gran prueba del amor de Dios para con la humanidad, como nos dice San Juan en su evangelio (3, 16):
“Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único,
para que todo aquel que cree en él no muera,
sino que tenga vida eterna”,
podemos pensar que sería para darnos la definición que estamos buscando, pero no, no la dio, en cambio les habló a sus discípulos muchísimo sobre el amor. ¿Se acuerdan de la pregunta fundamental? ¿Se acuerdan de la segunda pregunta fundamental? Pues bien, creo que ya podemos empezar a dar respuestas más exactas a estas preguntas.
Si nos sumergimos en el mar del Nuevo Testamento, encontramos algunos pasajes que pueden indicar el fin de nuestra curiosidad.
Empecemos, entonces, por oír la voz de Dios cuando se dirige a Jesús en una declaración de amor:
“Este es mi Hijo amado, a quien he elegido” (Mt 3, 17)
En esta declaración de amor podemos no sólo percibir el momento sino las consecuencias. Dios no quiso solo decir que Jesús es el Mesías, sino que por amor transfiere todo al Hijo, todo que es del Padre ahora pertenece al Hijo. Este término “amado” revela toda la exigencia que implica el amor; un amor sin límites, sin exclusiones, sin acepciones; amor que revela encontrarse en el otro.
Parece que la cosa se complica para nosotros que nos metimos a saber sobre este tema. Pero es así, ya no podemos parar, queremos llegar a una conclusión.
Dentro de esta claridad de lo que implica el amor, Jesús da una respuesta que puede ser que nos espante, pero que está en la misma línea de lo que hemos dicho anteriormente, un amor sin medidas, sin reservas y por encima de todo sin interés:
“El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a recibir.
Nadie me la quita, sino que yo la doy por mi propia cuenta”.
Vemos, por cierto, que tanto el amor de Dios Padre como el amor de Jesús son iguales, no son apenas semejantes, son iguales. Ambos tienen el mismo sentimiento, porque Jesús aprende con el Padre, lo recibió del Padre, se identifica con el Padre.
¿Por qué nos cuesta a nosotros saber sobre el verdadero amor? ¿Por qué nos cuesta entender el significado del amor? Para la primera pregunta doy una respuesta muy sencilla, tal vez sea porque estamos acostumbrados a buscar cosas pasajeras, a aferrarnos a lo efímero, a pensar en el momento. Para la segunda, creo que nunca vamos a entenderlo mientras estemos condicionando el amor a nuestros gustos. Sí, eso es lo que pasa. Acomodamos, negociamos cuando hablamos de amar. Nunca decimos que amamos sin medidas. Hay siempre una medida, el amor del otro. Nunca decimos que amamos sin límites, el límite es la respuesta del otro. Nunca amamos sin exclusión, excluimos a los que no nos caen bien y así podemos seguir hasta muy lejos. Otra cosa es que no queremos tampoco condicionarnos al amor, pensamos que amar pasa por la cabeza, o sea, solamente por la razón. El amor que es solamente razonable, es frío, pálido, gris.
Hay un dato más del Antiguo Testamento que quiero compartir con ustedes y que lo vamos a encontrar en la acción de Jesús, es el amor que lleva a perdonar:
“Por tu amor, oh Dios, ten compasión de mí;
por tu gran amor, borra mis culpas”. (Salmo 50, 3)
“¡Dios tierno y compasivo, paciente y grande en amor y verdad!
Por mil generaciones se mantiene fiel en su amor y perdona la maldad,
La rebeldía y el pecado…” (Ex 34 6-7)
“Ánimo, hijo, tus pecados están perdonados” (Mt 9, 2)
Parece que pasamos a entender que el amor va de la mano del perdón.
Les dejo pensando un poco… continuaremos en la próxima. P. Adelino
lunes, 10 de agosto de 2009
¿Qué es el amor? parte 2
Hola, hermanos, estamos de vuelta para continuar el tema del amor. Les pedimos disculpas por la demora.
Estamos intentando buscar una definición para el amor. La pregunta fundamental es: ¿qué es el amor? Lo cierto es que hay muchas formas de amar, de paso les digo que entre estas formas de amar están las sanas y las enfermas, pero no vamos a detenernos en eso por ahora.
Había dicho que la percepción muchas veces nos engaña y nos confunde. Pensamos que amamos y de golpe nos damos cuenta que lo sentido no era amor. Eso justamente porque lo percibido, la mezcla de sentimientos nos hizo creer que amábamos.
Creo que estamos yendo más lejos que lo pensado en nuestra búsqueda. Volvamos un poco.
Los que somos cristianos no podemos buscar conceptos del amor fuera del amor mismo. Por eso invito a cada uno para que vayamos a la Biblia. Pero hay una cuestión intrigante, la Biblia tampoco define al amor, ¿por qué?
Antes de contestar a esa pregunta, veamos un poco lo que está escrito a respecto del amor en el Libro Sagrado. Tengamos en cuenta que ahora tenemos otra pregunta fundamental: ¿Por qué la Biblia no define al amor? A partir de ella, pasamos a otra: ¿cómo saber nosotros, los cristianos, que es el amor?
Desde el Antiguo Testamento está escrito sobre el amor de Dios, especialmente a Israel ( Ex 20, 6; Dt 5, 10 entre otras citas que podemos encontrar), pero destaco lo que dice el Salmo 33, 5:
“El Señor ama lo justo y lo recto; su amor llena toda la tierra”.
Vamos a encontrar también el amor de los hombres hacia Dios: Dt 6,5
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tus fuerzas”.
Desde aquí ya podemos percibir la grandeza del amor. El amor es sumamente exigente, es sin límites, parece que es todo o nada, es decir frío o caliente, tibio no sirve. En otras palabras o amamos o no amamos. Ojo, no estoy definiéndolo, le estoy dando adjetivos o dándole cualidades.
Así también vamos a encontrar el amor a la sabiduría, a la ley, a los hombres…Pero, ¿qué es el amor?
Continuaremos... P. Adelino
Estamos intentando buscar una definición para el amor. La pregunta fundamental es: ¿qué es el amor? Lo cierto es que hay muchas formas de amar, de paso les digo que entre estas formas de amar están las sanas y las enfermas, pero no vamos a detenernos en eso por ahora.
Había dicho que la percepción muchas veces nos engaña y nos confunde. Pensamos que amamos y de golpe nos damos cuenta que lo sentido no era amor. Eso justamente porque lo percibido, la mezcla de sentimientos nos hizo creer que amábamos.
Creo que estamos yendo más lejos que lo pensado en nuestra búsqueda. Volvamos un poco.
Los que somos cristianos no podemos buscar conceptos del amor fuera del amor mismo. Por eso invito a cada uno para que vayamos a la Biblia. Pero hay una cuestión intrigante, la Biblia tampoco define al amor, ¿por qué?
Antes de contestar a esa pregunta, veamos un poco lo que está escrito a respecto del amor en el Libro Sagrado. Tengamos en cuenta que ahora tenemos otra pregunta fundamental: ¿Por qué la Biblia no define al amor? A partir de ella, pasamos a otra: ¿cómo saber nosotros, los cristianos, que es el amor?
Desde el Antiguo Testamento está escrito sobre el amor de Dios, especialmente a Israel ( Ex 20, 6; Dt 5, 10 entre otras citas que podemos encontrar), pero destaco lo que dice el Salmo 33, 5:
“El Señor ama lo justo y lo recto; su amor llena toda la tierra”.
Vamos a encontrar también el amor de los hombres hacia Dios: Dt 6,5
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tus fuerzas”.
Desde aquí ya podemos percibir la grandeza del amor. El amor es sumamente exigente, es sin límites, parece que es todo o nada, es decir frío o caliente, tibio no sirve. En otras palabras o amamos o no amamos. Ojo, no estoy definiéndolo, le estoy dando adjetivos o dándole cualidades.
Así también vamos a encontrar el amor a la sabiduría, a la ley, a los hombres…Pero, ¿qué es el amor?
Continuaremos... P. Adelino
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