Madre, una gracia te pido, 
que me sanes en cuerpo y alma.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Mi árbol de Navidad



Ha llegado la Navidad.
Momento de alegría, de encuentros, de repartir y recibir regalos. Momento de reunión alrededor del árbol de Navidad con sus luces encendidas, sus adornos y colgantes brillosos.
En mi árbol de Navidad he puesto muchas cosas que he estado buscando. Querría un árbol diferente. Algunas las encontré tiradas en el quincho de muchas casas, otras ya estaban en la basura, otras guardadas en cajas cerradas con cintas adhesivas, otras más en el patio porque nadie las querrían en sus casas.
Así compuse mi árbol de Navidad:
La Estrella principal está rellena por la Esperanza. Infelizmente nos falta a nosotros esta actitud. Si el hombre no tiene esperanza no puede seguir adelante, no puede luchar por días mejores, no puede enfrentar a las dificultades, como dicen "no puede pelearla".
El tronco del árbol es hecho de Servicio. Nos hemos olvidado que servir a los demás es la base para que vivamos en un mundo más acorde, más armonioso, porque el servicio rompe con el individualismo, rompe con el interés, rompe con la falta de caridad. El servicio nos hace más humano y he notado que lo que nos falta hoy a los humanos son gestos de humanidad. Pasamos a ser cosas, objetos de consumo.
Las ramas que salen del tronco me pareció bien que sean de Humildad. En la sociedad posmoderna el individualismo y la exigencia de "calificación" ha transformado al hombre en prepotente, el todopoderoso, el que se piensa lo mejor. La prepotencia nos aleja los unos de los otros; la arrogancia nos lleva por el camino de la ignorancia y de la exclusión. La humildad nos enseña que somos humanos.
Los adornos son muy diversos, pero tienen un mismo fin, por eso en algunos puse el brillo de la Alegría. No la alegría del momento, sino la alegría de saber que todavía podemos transformarnos y transformar la realidad. La alegría de saber que Dios camina con nosotros. La alegría de saber que somos hijos y que el Padre no nos defrauda. En otros adornos les puse el brillo de la Paz. No la paz llena de mentiras que la sociedad pregona, sino la paz verdadera. No podemos decir que tenemos paz si el hermano vecino tiene hambre, si mi prójimo todavía continúa necesitado. La paz interior se refleja en la paz exterior y si no hay paz exterior no puedo decir que estoy en paz (eso es individualismo e indiferencia).
Por fin, encontré la base para mi árbol de Navidad, no podría ser diferente, he encontrado el elemento justo, el AMOR. El amor es el fundamento para todo, es la base, el cimiento de nuestra vida cristiana y debería ser la base de la vida social. Sin el amor la vida es un competir, sin el amor el servicio es un esperar, sin el amor la alegría es efímera, sin el amor la cobardía, la inseguridad, la injusticia, el favoritismo, el soborno, la envidia y la desonestidad invaden los hogares del mundo. Sin el amor sólo se produce la guerra.
En la tarjeta que puse en el árbol escribí: "Querido Niño Jesús, te pido humildemente que esta Navidad sea diferente para todo el mundo. Toca en el corazón de cada persona para que se abra a Ti y que en el encuentro contigo se renueve la esperanza que ya estaba perdida, que cada uno encuentre el motivo para servir sin mirar a quien, el corazón de cada hombre se convierta humilde para que sepamos generar la solidaridad. Que el gesto de darnos las manos sucite la profunda alegría de saber que somos porque existimos en Ti; y que esta certeza de tu amor nos devuelva la paz que tanto anhelamos.
¡Gracias, Señor!
Que todos tengamos una Feliz Navidad.
P. Adelino

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