Madre, una gracia te pido, 
que me sanes en cuerpo y alma.

lunes, 14 de diciembre de 2009

TENER LOS MISMOS SENTIMIENTOS DE CRISTO


Podríamos decir que nuestro corazón está muchas veces como galvanizado para identificarse con los sentimientos de Jesús. La posesión de lo material, las relaciones humanas muchas veces estrechas e interesadas, y mi propio yo, nos hacen suponer que esto es suficiente y que no necesitamos nada más para llenar la vida, el tiempo y la existencia.

Si respondiendo a su invitación, comenzamos a pensar como Él, leyendo el Evangelio y el mensaje de su venida, se va despertar en nosotros el deseo de Dios, la búsqueda, y la convicción de que Él viene y nos espera.

El Adviento es un ofrecimiento para acercarnos a Dios por medio de Jesucristo, que nos revela su vida más íntima, a fin de creer que Jesús es Dios con nosotros”, que “Jesús es el Señor”. Y contemplando el rostro de Jesucristo, el cual nació y dio su vida por nosotros, podemos identificarnos también con los mismos sentimientos de Jesús.

A su vez, estos mismos sentimientos, nos permitirán descubrirlo en los sufrimientos de aquellos que están a nuestro alrededor, de los más necesitados, y nos moverán a crecer en su amor, y a mirar a los demás como Él mismo lo hace. Así también, podremos dar testimonio de Dios y de su presencia entre nosotros, ya que cada uno “es consciente de que el amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar” (Benedicto XVI, Dios es caridad, nº 31).

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