LOS LAICOS SOMOS LA IGLESIA.
El teólogo alemán Stefan Silber ha vivido durante cinco años en Bolivia, colaborando en la formación de catequistas y diáconos permanentes en la Diócesis de Potosí. Actualmente vive en Alemania, como formador de adultos en la Diócesis de Würzburg. Es casado y tiene tres hijos. Este artículo suyo es largo, pero muy clarificador pues propone las comunidades de América, África y Asia como modelo para Europa.
“Otro modo de ser Iglesia” ya es una realidad (1)
Somos la Iglesia
Alrededor del globo existe un movimiento eclesial que bajo el lema de “Somos Iglesia” trata de despertar la conciencia eclesial de los laicos, reivindicar sus derechos en la Iglesia y promover un mayor compromiso cristiano de los laicos en la Iglesia y en el mundo (3). Lo que quizás muchos no saben, es que mientras este movimiento en sus comienzos no se atrevió a utilizar la frase más radical “somos la Iglesia”, podría nombrar como padrino a un personaje ya histórico y libre de toda sospecha de anticlericalismo: El Papa Pío XII. Éste dice que los laicos “deben tener conciencia, cada vez más clara, no sólo de pertenecer a la Iglesia, sino de ser la Iglesia” (4). Esta autoridad nos muestra la Iglesia como una comunidad que los laicos podemos representar: Somos “la” Iglesia, sin pretensiones de excluir a los ordenados de la comunidad o de marginalizarlos, sino somos la Iglesia, porque cada uno y cada una de nosotros, cada persona bautizada es portadora del Espíritu Santo, y juntos formamos el Pueblo de Dios elegido por él que es la Iglesia peregrina en el mundo. Somos la Iglesia, como lo son los diáconos, sacerdotes y obispos, y debemos responder a los desafíos de Dios revelados a su pueblo mediante los signos de los tiempos. Somos la Iglesia, el Pueblo de Dios.
Este término es fundamental para entender la eclesiología del Concilio Vaticano II. El concilio, al explicar en la constitución sobre la Iglesia Lumen Gentium cómo la Iglesia se entiende a sí misma, comienza reflexionando sobre el Pueblo de Dios antes de hablar de la jerarquía (5). La vocación del Pueblo de Dios es fundamental para los padres del concilio, mientras la distinción de sus miembros en clero y laicos es secundaria. Ante los ojos de Dios, y por lo tanto primordialmente, somos un pueblo unido e igualitario. Este pueblo dispone como comunidad entera de los tres ministerios de Cristo: sacerdotal, real y profético, y al mismo tiempo dentro del pueblo, cada miembro es profeta, rey y sacerdote, por la gracia del bautismo y la fuerza del Espíritu Santo. Por vocación divina, cada bautizado ha recibido la dignidad de santificar el mundo, de hablar en nombre de Dios y de construir la comunidad. El concilio supera de esta manera la eclesiología dicotómica que imperaba en la Iglesia Católica y que separaba al clero del laicado. Ahora, toda persona bautizada puede considerarse llamada por Dios a pertenecer a la Iglesia y a representarla realizando la voluntad de Dios. Cada uno y cada una es miembro digno del cuerpo de Cristo con la misión de construir el Reino (6).
Por tanto, en el Pueblo de Dios, “se da una verdadera igualdad entre todos” (LG 32). Aunque sea necesario en el pueblo el servicio del ministerio jerárquico, la Iglesia se constituye sobre la base de la igualdad fundamental. Por esta igualdad entre todos los miembros del cuerpo, los laicos debemos, como dice el Papa Pío XII, y podemos tener conciencia de ser la Iglesia. Si los laicos somos la Iglesia, vale también la afirmación recíproca: la Iglesia es laical. El orden no es nada distintivo para la Iglesia. Lo que la caracteriza fundamentalmente, y desde todos, es el bautismo y el hecho de pertenencia a la Iglesia y, por ende, a Cristo.
Por esto se puede resumir, desde la doctrina del Concilio Vaticano II, expresada en la Constitución sobre la Iglesia, “que la Iglesia única, de ministros y laicos, es enteramente una Iglesia de los laicos (7).” La Iglesia de los laicos, por tanto, no solo es posible como un nuevo modo de ser Iglesia, sino, en la concepción eclesial que enseña el concilio, ya es una realidad.
Existe una experiencia eclesial en muchas partes del mundo que pone de manifiesto que la Iglesia de los laicos ya existe: pequeñas comunidades de laicos que se reunen para compartir sobre su fe, leer la Biblia, intercambiar sus experiencias de vida, orar y estudiar posibilidades de mejorar su mundo. En América Latina, se llaman comunidades eclesiales de base (8), en África y Asia les dieron el nombre de “pequeñas comunidades cristianas” (9). Estas comunidades existen tambien en otras regiones del mundo, y bajo nombres más diversos, además son realidades muy plurales que no encajan en sistemas y esquemas. Sin embargo, tienen en común que son comunidades laicales que se entienden como realidad eclesial dentro del mundo. Son estas comunidades las que realizan, en la actualidad, la exigencia del Papa Pío XII de tener conciencia de que los laicos “somos la Iglesia”.
Notas:
(1) Publicado en: Alternativas 12 (2005) 30, 123-146
(2) El teólogo alemán Stefan Silber ha vivido durante cinco años en Bolivia, colaborando en la formación de catequistas y diáconos permanentes en la Diócesis de Potosí. Actualmente vive en Alemania, como formador de adultos en la Diócesis de Würzburg. Es casado y tiene tres hijos.
(3) http://www.somosiglesia.net/
(4) Pio XII, Discurso a los nuevos Cardenales (20 Febrero 1946): AAS 38 (1946) 149. Citado por el Papa Juan Pablo II en Christifideles Laici 9.
(5) Elmar Klinger: Pobreza, un desafío de Dios. La fe del Concilio y la liberación del hombre, San José: DEI 1995, 73-148.
(6) Karl Rahner: Sakramentale Grundlegung des Laienstandes in der Kirche, en: Schriften zur Theologie, Vol. VII, Einsiedeln: Benzinger 1966, 330-350. El original del artículo data ya del año 1960 y sin embargo presenta ya un resumen de la teología que asumiría el concilio.
(7) Elmar Klinger, Rolf Zerfaß: Die Kirche der Laien. Eine Weichenstellung des Konzils, Würzburg: Echter 1987, 5.
(8) Marcello Azevedo: Kirchliche Basisgemeinden, en: Ignacio Ellacuría, Jon Sobrino (ed.): Mysterium Liberationis. Grundbegriffe der Theologie der Befreiung, Vol. II, Luzern: Exodus 1996, 879-899.
(9) Joseph G. Healey, Jeanne Hinton (ed.): Small Christian Communities Today. Capturing the New Moment, Maryknoll: Orbis 2005.
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