Entre todas las meditaciones de la vida del Señor debemos dedicarnos con más frecuencia y fervor a aquellas que se refieren a su pasión amarguísima; porque Él, desde la eternidad y en todo el tiempo de su vida consideró y deseó los tormentos atrocísimos y la muerte en la cruz, que por último padeció por nosotros; y también el más duro corazón del pecador se enternece a la memoria y consideración de la pasión de Jesucristo, y continuando en su meditación, se resuelve a hacer penitencia, se purifica de los vicios, se enriquece de virtudes, e iluminado por la verdad, se une al sumo Bien con encendidos actos de amor divino.
Por eso se ha propuesto el otro modo siguiente de rezar la Corona del Señor, el cual solo contiene más distintamente los principales misterios de la Pasión, y en esta forma podrá rezarse todos los días de la semana santa o al menos el viernes santo.
Preparación con la cual se empieza la Corona del Señor.
En el nombre del Padre.......
En el nombre del Padre.......
Dulcísimo Señor mío Jesucristo, cuando considero que Vos, eterno y verdadero Dios, hecho hombre, compadecido de nuestras miserias, después de treinta y tres años de una vida trabajosa habéis padecido cruelísimos tormentos hasta morir en una cruz por nosotros, me horrorizo al pensar en mi extrema ingratitud, por haberos ofendido gravísimamente tantas veces, de lo que siente mi corazón un dolor muy intenso, el que deseo y os pido sea el mayor entre todos los dolores por los pecados que he cometido contra Vos, mi Criador, mi Redentor y mi amor.
Pero confiado en vuestra misericordia, en vuestros méritos, y en la intercesión de la bienaventurada Virgen vuestra Madre, arrepentido de corazón, humildemente os ruego por vuestro santísimo nombre, por vuestra preciosísima sangre y por vuestras sacratísimas llagas, que me perdonéis, y que imprimáis indeleblemente en mí la memoria de los misterios de vuestra santísima vida, pasión y muerte. Iluminad mi entendimiento e inflamad mi voluntad, para que pueda rezar devotamente vuestra Corona en honor y gloria vuestra, y por la salud de mi alma y de todos los vivos y difuntos, por quienes tengo intención y obligación de rogar, o Vos queréis que ruegue, y entre otros por aquellos que me han ofendido de cualquier modo que sea, a quienes con vuestro divino auxilio, y por amor vuestro estoy resuelto a perdonar, y a nunca mas ofender a vuestra divina Majestad. Amén.
Pero confiado en vuestra misericordia, en vuestros méritos, y en la intercesión de la bienaventurada Virgen vuestra Madre, arrepentido de corazón, humildemente os ruego por vuestro santísimo nombre, por vuestra preciosísima sangre y por vuestras sacratísimas llagas, que me perdonéis, y que imprimáis indeleblemente en mí la memoria de los misterios de vuestra santísima vida, pasión y muerte. Iluminad mi entendimiento e inflamad mi voluntad, para que pueda rezar devotamente vuestra Corona en honor y gloria vuestra, y por la salud de mi alma y de todos los vivos y difuntos, por quienes tengo intención y obligación de rogar, o Vos queréis que ruegue, y entre otros por aquellos que me han ofendido de cualquier modo que sea, a quienes con vuestro divino auxilio, y por amor vuestro estoy resuelto a perdonar, y a nunca mas ofender a vuestra divina Majestad. Amén.
Primera decena
Jesucristo se despide de su Madre santísima antes de ir a encontrar la muerte por nuestra eterna salvación. Ave María
En la última cena lava los pies a los Apóstoles. Padre nuestro.
Instituye el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, y los comulga. Padre nuestro.
Orando en el huerto, suda sangre, y es confortado por un Ángel. Padre nuestro.
Vendido por Judas con un beso, es preso y atado. Padre nuestro.
Es abandonado de todos los demás discípulos. Padre nuestro.
Conducido a Anás, recibe la cruelísima bofetada. Padre nuestro.
Delante de Caifás es acusado de testigos falsos. Padre nuestro.
Al decir ser Hijo de Dios, es juzgado de blasfemo y reo de muerte. Padre nuestro.
Pedro le niega tres veces y se convierte; pero Judas, desesperado, se ahorca. Padre nuestro.
Le escupen en el rostro, le vendan los ojos, le dan puñetazos y bofetones y le ultrajan toda la noche. Padre nuestro. Gloria al Padre, etc.
Jesucristo se despide de su Madre santísima antes de ir a encontrar la muerte por nuestra eterna salvación. Ave María
En la última cena lava los pies a los Apóstoles. Padre nuestro.
Instituye el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, y los comulga. Padre nuestro.
Orando en el huerto, suda sangre, y es confortado por un Ángel. Padre nuestro.
Vendido por Judas con un beso, es preso y atado. Padre nuestro.
Es abandonado de todos los demás discípulos. Padre nuestro.
Conducido a Anás, recibe la cruelísima bofetada. Padre nuestro.
Delante de Caifás es acusado de testigos falsos. Padre nuestro.
Al decir ser Hijo de Dios, es juzgado de blasfemo y reo de muerte. Padre nuestro.
Pedro le niega tres veces y se convierte; pero Judas, desesperado, se ahorca. Padre nuestro.
Le escupen en el rostro, le vendan los ojos, le dan puñetazos y bofetones y le ultrajan toda la noche. Padre nuestro. Gloria al Padre, etc.
Segunda decena
La Madre santísima, avisada de todo, adolorida sobremanera, va a encontrar a su amantísimo Hijo. Ave María.
Es acusado por la mañana ante Pilatos de seductor del pueblo. Padre nuestro.
De Pilatos es enviado a Herodes rey de Galilea, como súbdito suyo. Padre nuestro.
Herodes manda que le vistan de blanco por desprecio, y lo vuelve a Pilatos. Padre nuestro.
Es comparado con Barrabás, y pospuesto a este homicida y ladrón. Padre nuestro.
Despojado de sus sagradas vestiduras es azotado en la columna. Padre nuestro.
Vestido de Rey por escarnio con una vilísima púrpura, es coronado de agudísimas espinas, y le ponen en sus manos una caña por cetro. Padre nuestro.
Reducido a este estado, Pilatos le muestra al pueblo para moverle a compasión, y este, sin embargo, grita: Sea crucificado. Padre nuestro.
Es condenado a muerte de cruz a petición de los judíos. Padre nuestro.
Volviéndole a poner sus vestiduras le cargan la cruz sobre sus hombros. Padre nuestro.
Llevando la cruz, cae muchas veces debajo de su peso, y es ayudado por el Cireneo. Padre nuestro, Gloria al Padre, etc.
La Madre santísima, avisada de todo, adolorida sobremanera, va a encontrar a su amantísimo Hijo. Ave María.
Es acusado por la mañana ante Pilatos de seductor del pueblo. Padre nuestro.
De Pilatos es enviado a Herodes rey de Galilea, como súbdito suyo. Padre nuestro.
Herodes manda que le vistan de blanco por desprecio, y lo vuelve a Pilatos. Padre nuestro.
Es comparado con Barrabás, y pospuesto a este homicida y ladrón. Padre nuestro.
Despojado de sus sagradas vestiduras es azotado en la columna. Padre nuestro.
Vestido de Rey por escarnio con una vilísima púrpura, es coronado de agudísimas espinas, y le ponen en sus manos una caña por cetro. Padre nuestro.
Reducido a este estado, Pilatos le muestra al pueblo para moverle a compasión, y este, sin embargo, grita: Sea crucificado. Padre nuestro.
Es condenado a muerte de cruz a petición de los judíos. Padre nuestro.
Volviéndole a poner sus vestiduras le cargan la cruz sobre sus hombros. Padre nuestro.
Llevando la cruz, cae muchas veces debajo de su peso, y es ayudado por el Cireneo. Padre nuestro, Gloria al Padre, etc.
Tercera decena
Tan demudado y lánguido, es encontrado por su afligidísima Madre. Ave María.
Llegado ya al monte Calvario, para reanimarle le presentan por bebida vino mezclado con hiel . Padre nuestro.
Es desnudado enteramente, y se le renuevan las heridas al desprenderse las vestiduras. Padre nuestro.
Es extendido sobre la cruz, y son traspasadas sus manos y pies con agudísimos clavos. Padre nuestro.
Le levantan crucificado en medio de dos ladrones. Padre nuestro.
Ruega al Padre eterno por los crucificadores. Padre nuestro.
Los soldados se sortean y reparten entre sí sus vestiduras. Padre nuestro.
Por orden de Pilatos se pone en la cruz la inscripción: Jesús Nazareno Rey de los Judios. Padre nuestro.
Es blasfemado por los judíos y por el obstinado ladrón crucificado con él. Padre nuestro.
Promete el Paraíso al ladrón convertido, y el otro obstinado se condena. Padre nuestro.
La presencia de su santísima Madre afligida le aumenta los tormentos. Padre nuestro.
Después se añade: A su Madre afligidísima le da por hijo el discípulo Juan. Ave María.
Al decir que tiene sed, le dan por bebida hiel y vinagre. Padre nuestro.
Al encomendar su alma santísima a su Padre, espira, y al espirar tiembla todo el mundo. Padre nuestro.
Después de muerto, es traspasado su costado, y sale de él sangre y agua. Padre nuestro.
La lanza que traspasa el Hijo muerto, traspasa también el alma de la Madre viva.
Tan demudado y lánguido, es encontrado por su afligidísima Madre. Ave María.
Llegado ya al monte Calvario, para reanimarle le presentan por bebida vino mezclado con hiel . Padre nuestro.
Es desnudado enteramente, y se le renuevan las heridas al desprenderse las vestiduras. Padre nuestro.
Es extendido sobre la cruz, y son traspasadas sus manos y pies con agudísimos clavos. Padre nuestro.
Le levantan crucificado en medio de dos ladrones. Padre nuestro.
Ruega al Padre eterno por los crucificadores. Padre nuestro.
Los soldados se sortean y reparten entre sí sus vestiduras. Padre nuestro.
Por orden de Pilatos se pone en la cruz la inscripción: Jesús Nazareno Rey de los Judios. Padre nuestro.
Es blasfemado por los judíos y por el obstinado ladrón crucificado con él. Padre nuestro.
Promete el Paraíso al ladrón convertido, y el otro obstinado se condena. Padre nuestro.
La presencia de su santísima Madre afligida le aumenta los tormentos. Padre nuestro.
Después se añade: A su Madre afligidísima le da por hijo el discípulo Juan. Ave María.
Al decir que tiene sed, le dan por bebida hiel y vinagre. Padre nuestro.
Al encomendar su alma santísima a su Padre, espira, y al espirar tiembla todo el mundo. Padre nuestro.
Después de muerto, es traspasado su costado, y sale de él sangre y agua. Padre nuestro.
La lanza que traspasa el Hijo muerto, traspasa también el alma de la Madre viva.
Ave María. Gloria al Padre, etc.
En honor de los Santo Apóstoles se reza el Credo
OFRECIMIENTO DE LA CORONA DE LA SANTÍSIMA PASIÓN A LA VIRGEN SANTÍSIMA.
¡Oh Virgen santísima y más que mártir, María abogada de pecadores! Os ruego humildemente que os dignéis ofrecer a vuestro dulcísimo Hijo Jesús, nuestro Redentor, la Corona rezada por mí indignísimo, en honor y gloria, y en memoria de su acerbísima pasión, y de vuestros amarguísimos dolores, para que me alcancéis la gracia, si no de padecer verdaderamente todo lo que debería con él, a lo menos de compadecerlo con Vos con todo el afecto posible, y que esto me sea siempre eficaz motivo de arrepentirme verdaderamente de mis pecados; y estando yo limpio de los vicios e iluminado por las virtudes, pueda conformarme en todo con la voluntad divina.
Encomiendo también a vuestra clementísima intercesión y a la de todos los Ángeles y Santos del Paraíso, la Iglesia santa, la extirpación de las herejías, el Sumo Pontífice, los eclesiásticos superiores seculares y regulares, y todos los vivos y difuntos, por quienes deseo y estoy obligado a rogar.
Y como el amor de los enemigos es uno de los especiales preceptos de Nuestro Señor vuestro Hijo, Dios de paz, ruego igualmente por los que me han ofendido de cualquier modo que sea, a fin de que todos nos veamos unidos eternamente para amarlo en esta vida y en la otra. Amén.
¡Oh Virgen santísima y más que mártir, María abogada de pecadores! Os ruego humildemente que os dignéis ofrecer a vuestro dulcísimo Hijo Jesús, nuestro Redentor, la Corona rezada por mí indignísimo, en honor y gloria, y en memoria de su acerbísima pasión, y de vuestros amarguísimos dolores, para que me alcancéis la gracia, si no de padecer verdaderamente todo lo que debería con él, a lo menos de compadecerlo con Vos con todo el afecto posible, y que esto me sea siempre eficaz motivo de arrepentirme verdaderamente de mis pecados; y estando yo limpio de los vicios e iluminado por las virtudes, pueda conformarme en todo con la voluntad divina.
Encomiendo también a vuestra clementísima intercesión y a la de todos los Ángeles y Santos del Paraíso, la Iglesia santa, la extirpación de las herejías, el Sumo Pontífice, los eclesiásticos superiores seculares y regulares, y todos los vivos y difuntos, por quienes deseo y estoy obligado a rogar.
Y como el amor de los enemigos es uno de los especiales preceptos de Nuestro Señor vuestro Hijo, Dios de paz, ruego igualmente por los que me han ofendido de cualquier modo que sea, a fin de que todos nos veamos unidos eternamente para amarlo en esta vida y en la otra. Amén.
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