Como el grito de los centinelas contra la fila de los prisioneros de guerra: "En marcha", "Adelante".
No nos podemos detener, Señor. Y el corazón quisiera quedarse aquí, sobre este éxito, entre estas personas que han recibido tu Paz por nuestra mano. "Adelante".
Nuestra vida de éxodo total; somos nómadas del Absoluto. No tenemos más hogar que tu regazo de misterio y de fe.
A nuestro paso encendemos la esperanza y también el amor; pero nosotros seguimos solitarios, encauzando todo el amor hacia Ti.
Danos fuerza para seguir caminando sedientos por este interminable arenal, sin pararnos en tantos oasis. "Adelante", bajo tu sol abrasador.
Otros, tal vez, podrán darte el corazón de golpe, y encerrar el universo en un paréntesis colosal; pero, nosotros no. Debemos ir con el corazón en la mano para enjugar lágrimas y restañar heridas. Hemos de entregarnos y decir siempre: „Adiós“, amar profundamente pero siempre en marcha.
Te ofrecemos esta mística ardiente del eterno „Adelante“, hasta que llegues Tú; hasta que Tú detengas esta peregrinación, más allá del desierto, y dejemos la tienda trashumante para fijarnos en tu Ciudad (Apoc. 21, 2-4).
Ven, Señor Jesús (Apoc. 22,20), y que tu descanso suprima este inacabable "Adelante".
Luis Espinal, sj.
No nos podemos detener, Señor. Y el corazón quisiera quedarse aquí, sobre este éxito, entre estas personas que han recibido tu Paz por nuestra mano. "Adelante".
Nuestra vida de éxodo total; somos nómadas del Absoluto. No tenemos más hogar que tu regazo de misterio y de fe.
A nuestro paso encendemos la esperanza y también el amor; pero nosotros seguimos solitarios, encauzando todo el amor hacia Ti.
Danos fuerza para seguir caminando sedientos por este interminable arenal, sin pararnos en tantos oasis. "Adelante", bajo tu sol abrasador.
Otros, tal vez, podrán darte el corazón de golpe, y encerrar el universo en un paréntesis colosal; pero, nosotros no. Debemos ir con el corazón en la mano para enjugar lágrimas y restañar heridas. Hemos de entregarnos y decir siempre: „Adiós“, amar profundamente pero siempre en marcha.
Te ofrecemos esta mística ardiente del eterno „Adelante“, hasta que llegues Tú; hasta que Tú detengas esta peregrinación, más allá del desierto, y dejemos la tienda trashumante para fijarnos en tu Ciudad (Apoc. 21, 2-4).
Ven, Señor Jesús (Apoc. 22,20), y que tu descanso suprima este inacabable "Adelante".
Luis Espinal, sj.
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