Madre, una gracia te pido, 
que me sanes en cuerpo y alma.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

La Espiritualidad del Adviento


A lo largo de estas 4 semanas, la liturgia nos invita a preparar nuestras vidas, nuestros corazones y nuestros hogares para recibir al Señor que llega, para caminar junto a María y José hasta el pesebre de Belén, hasta la Noche santa en que nace Jesús.
Es un tiempo de espera y esperanza. Es un tiempo de revisar nuestras vidas y renovar nuestro deseo de conversión, significado por el color morado que nos presenta la liturgia. Empieza el año litúrgico... ¡y termina nuestro “año calendario”! Muchas veces se nos complica conjugar estas dos realidades. Porque llegamos al fin del año cansados, a las corridas, con todas las actividades propias del año lectivo, escolar, universitario, laboral... ¡familiar y personal!
Por eso el Adviento es una oportunidad para parar, tomar aire, respirar muy profundo y volver a poner nuestra mirada en el Señor

Señor que llega, que siempre está llegando en el AQUÍ y AHORA de nuestras vidas.

Por eso el Adviento es un tiempo para DESPERTAR... sacudirnos la modorra que nos acompaña en esta época del año y renovar nuestro deseo de celebrarlo todo: celebrar el año que termina, la vida que nace, los logros y frustraciones, lo que tengo y lo que no tengo, lo que pude y lo que no pude, lo que me salió bien y lo que no tanto... ¡Celebrar la vida! Porque en todo lo que me pasó, y así como me pasó, puedo descubrir al Señor que sale a mi encuentro... que hace de mi vida un pesebre en donde quiere recostar su Presencia.

¡Tomémonos un tiempo para celebrar! Cada uno tendrá que mirar su corazón y pensar... ¿Qué quiero celebrar? ¿Cómo quiero celebrar? ¿Cómo me dispongo a vivir este tiempo? Porque si no, la vorágine del fin de año, nos arrebatará el regalo que nos hace la liturgia: ¡Prepararnos! ¡Disponernos! ¡Despertar!

Vayamos recorriendo semana a semana este tiempo…

La primera semana nos invita a DESPERTAR.
Preguntémonos:
1. ¿Cómo me siento al terminar el año? ¿Cuáles son las cosas más importantes que he vivido a lo largo del año? ¿Cuáles fueron las más difíciles yo dolorosas? ¿Cuáles las más lindas y gozosas?
2. ¿Qué produce en mi corazón la cercanía de la Navidad?
3. ¿Qué recuerdos tengo de las Navidades de mi infancia y de mi vida? ¿Qué personas la celebraban y la celebran conmigo?
4. ¿Cómo quisiera celebrar esta Navidad? ¿Qué me propongo para prepararme en este tiempo de Adviento? En familia, en comunidad, en mi intimidad con el Señor...
5. ¿A qué quiero despertar en este tiempo? ¿En qué cosas o situaciones me encuentro “medio dormido”?

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