Creo que la metáfora del “Reino de Dios” puede ayudarnos a profundizar nuestra comprensión de “la Iglesia y la Transformación”. La misma constituyo el principal tema en el ministerio de Jesús.
El teólogo Hans Kung, en su voluminoso libro De Cristología “Ser Cristiano” (Ediciones Cristiandad, Madrid, España:1987), define el Reino de Dios simplemente como “la causa de Dios en el mundo”. En efecto, el Reino de Dios no se refiere sólo un lugar, sino al reinado, a la actividad, al dominio, al gobierno, al orden de Dios en el mundo. El reinado de Dios equivale a la causa de Dios.
“No es un nuevo territorio sino un nuevo orden” nos dice el teólogo brasileño Leonardo Boff “Jesucristo el Liberador” (Buenos Aires: Latino- América Libros, 1974, paginas 71 en adelante).
El mismo Kung, resume el concepto de Jesús del Reino en contraste con las concepciones y expectativas de su época:
1. El Reino de Dios no es solamente el gobierno continuo de Dios desde los albores de la creación, como lo entendían los líderes de Jerusalén, sino el futuro Reino escatológico de Dios.
2. El Reino de Dios no es la democracia o como los revolucionarios zelotes querían establecer por la fuerza, sino la inmediata e irrestricta soberanía de Dios sobre todo el mundo, a ser esperado sin recurrir a la violencia.
3. El Reino de Dios no es el juicio vengativo a favor de una élite de los perfectos, como la entenderían los esenios y los monjes de Qumran, sino las buenas noticias de la infinita bondad y la gracia incondicional de Dios, particularmente de los abandonados e indigentes.
4. El Reino de Dios no es un reino construido por los seres humanos mediante el exacto cumplimiento de la ley y de la más alta moralidad tal como lo entenderían los fariseos, sino un reino a ser creado por un acto libre de Dios.
¿Qué es entonces, para Jesús, el reinado de Dios?
1. Será un Reino donde, de acuerdo con la oración de Jesús, el nombre de Dios será verdaderamente santificado, su voluntad hecha en la tierra, los humanos tendrán todo en abundancia, todo pecado será perdonado y todo mal será vencido.
2. Será un Reino donde, de acuerdo con las promesas de Jesús los pobres, los hambrientos, los que lloran y son quebrantados serán reivindicados; donde el dolor y el sufrimiento y la Muerte terminarán.
3. Será un Reino que no puede ser descrito, sino dado a conocer en metáforas: como el nuevo pacto, la semilla que crece, la cosecha madura, el gran banquete, la fiesta real.
4. Será, por lo tanto, un Reino, tal como los profetas lo anunciaron, de absoluta justicia, de intrépido amor, de reconciliación universal, de paz eterna. En este sentido, por consiguiente, será un tiempo de salvación, de plenitud, de consumación, de la presencia de Dios: el futuro absoluto.
Proclamar el evangelio del Reino de Dios nos dice el erudito bíblico Oscar Cullman es afirmar la tensión existencial que produce “el ya” y “el todavía no” del mismo. El Reino de Dios ya irrumpió en la historia y ahora solo falta su consumación futura
El teólogo Hans Kung, en su voluminoso libro De Cristología “Ser Cristiano” (Ediciones Cristiandad, Madrid, España:1987), define el Reino de Dios simplemente como “la causa de Dios en el mundo”. En efecto, el Reino de Dios no se refiere sólo un lugar, sino al reinado, a la actividad, al dominio, al gobierno, al orden de Dios en el mundo. El reinado de Dios equivale a la causa de Dios.
“No es un nuevo territorio sino un nuevo orden” nos dice el teólogo brasileño Leonardo Boff “Jesucristo el Liberador” (Buenos Aires: Latino- América Libros, 1974, paginas 71 en adelante).
El mismo Kung, resume el concepto de Jesús del Reino en contraste con las concepciones y expectativas de su época:
1. El Reino de Dios no es solamente el gobierno continuo de Dios desde los albores de la creación, como lo entendían los líderes de Jerusalén, sino el futuro Reino escatológico de Dios.
2. El Reino de Dios no es la democracia o como los revolucionarios zelotes querían establecer por la fuerza, sino la inmediata e irrestricta soberanía de Dios sobre todo el mundo, a ser esperado sin recurrir a la violencia.
3. El Reino de Dios no es el juicio vengativo a favor de una élite de los perfectos, como la entenderían los esenios y los monjes de Qumran, sino las buenas noticias de la infinita bondad y la gracia incondicional de Dios, particularmente de los abandonados e indigentes.
4. El Reino de Dios no es un reino construido por los seres humanos mediante el exacto cumplimiento de la ley y de la más alta moralidad tal como lo entenderían los fariseos, sino un reino a ser creado por un acto libre de Dios.
¿Qué es entonces, para Jesús, el reinado de Dios?
1. Será un Reino donde, de acuerdo con la oración de Jesús, el nombre de Dios será verdaderamente santificado, su voluntad hecha en la tierra, los humanos tendrán todo en abundancia, todo pecado será perdonado y todo mal será vencido.
2. Será un Reino donde, de acuerdo con las promesas de Jesús los pobres, los hambrientos, los que lloran y son quebrantados serán reivindicados; donde el dolor y el sufrimiento y la Muerte terminarán.
3. Será un Reino que no puede ser descrito, sino dado a conocer en metáforas: como el nuevo pacto, la semilla que crece, la cosecha madura, el gran banquete, la fiesta real.
4. Será, por lo tanto, un Reino, tal como los profetas lo anunciaron, de absoluta justicia, de intrépido amor, de reconciliación universal, de paz eterna. En este sentido, por consiguiente, será un tiempo de salvación, de plenitud, de consumación, de la presencia de Dios: el futuro absoluto.
Proclamar el evangelio del Reino de Dios nos dice el erudito bíblico Oscar Cullman es afirmar la tensión existencial que produce “el ya” y “el todavía no” del mismo. El Reino de Dios ya irrumpió en la historia y ahora solo falta su consumación futura
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