¿Cuándo tendrá lugar la resurrección?
Según la concepción de la teología tradicional, la resurrección tendrá lugar al final de los tiempos, cuando venga el fin del mundo y se consume la historia. Esta concepción tiene su fundamento en tres afirmaciones básicas: a) la muerte no es total: afecta sólo al cuerpo del hombre; b) la resurrección tampoco es total: afecta solamente al cuerpo; c) el hombre es fundamentalmente un compuesto de dos sustancias incompletas, cuerpo y alma.
Ahora bien, esta concepción no tiene su fundamento en la Biblia, sino en la filosofía griega, concretamente en el pensamiento platónico. Porque, como ya he dicho, según el pensamiento bíblico, el hombre entraña esencialmente corporalidad. Por lo tanto, la idea de un hombre sin cuerpo es completamente ajena a la revelación bíblica. ¿Qué quiere decir esto en consecuencia? Quiere decir que la idea de un hombre gozando de Dios en el cielo, pero sin cuerpo (aunque sólo sea por algún tiempo, hasta el fin del mundo), es una idea que tiene su fundamento más en la filosofía platónica que en la revelación bíblica. O, mejor dicho, tiene su fundamento simplemente en la filosofía platónica, pero no en la revelación de la Biblia.
Entonces, ¿qué nos dice la Biblia sobre este asunto? Según el pensamiento de San Pablo, el bautismo nos hace participar de la muerte y la resurrección de Cristo (Rom 6,1-11; Col 2,12). Esta participación en la resurrección se presenta como un acontecimiento futuro, en los primeros escritos de Pablo (1Tes 4,15-17; Rom 6,5). Pero en los escritos posteriores se llega a presentar como un acontecimiento ya realizado (Col 2,12; Ef 2,6). Por consiguiente, según el pensamiento de Pablo, la resurrección (que implica también corporalidad) se ha realizado ya. Lo que llamamos la muerte es el paso a la resurrección definitiva. En consecuencia, se puede decir, con todo derecho, que la resurrección acontece en el mismo momento de la muerte.
Esta idea está aún más clara en la enseñanza del evangelio de Juan. Es verdad que en ese evangelio se afirma la resurrección para el último día, como creían los judíos (Jn 6,39-40.44.54.11,24). Pero también es cierto que quien cree en Jesús tiene ya la vida eterna (Jn 5,24; 6,40.47), ha pasado de la muerte a la vida y ya no muere más (Jn 5,24-25; 11,26). De ahí la lapidaria afirmación de Jesús: "Quien haga caso de mi mensaje no sabrá nunca lo que es morir" (Jn 8,51).
Según la concepción de la teología tradicional, la resurrección tendrá lugar al final de los tiempos, cuando venga el fin del mundo y se consume la historia. Esta concepción tiene su fundamento en tres afirmaciones básicas: a) la muerte no es total: afecta sólo al cuerpo del hombre; b) la resurrección tampoco es total: afecta solamente al cuerpo; c) el hombre es fundamentalmente un compuesto de dos sustancias incompletas, cuerpo y alma.
Ahora bien, esta concepción no tiene su fundamento en la Biblia, sino en la filosofía griega, concretamente en el pensamiento platónico. Porque, como ya he dicho, según el pensamiento bíblico, el hombre entraña esencialmente corporalidad. Por lo tanto, la idea de un hombre sin cuerpo es completamente ajena a la revelación bíblica. ¿Qué quiere decir esto en consecuencia? Quiere decir que la idea de un hombre gozando de Dios en el cielo, pero sin cuerpo (aunque sólo sea por algún tiempo, hasta el fin del mundo), es una idea que tiene su fundamento más en la filosofía platónica que en la revelación bíblica. O, mejor dicho, tiene su fundamento simplemente en la filosofía platónica, pero no en la revelación de la Biblia.
Entonces, ¿qué nos dice la Biblia sobre este asunto? Según el pensamiento de San Pablo, el bautismo nos hace participar de la muerte y la resurrección de Cristo (Rom 6,1-11; Col 2,12). Esta participación en la resurrección se presenta como un acontecimiento futuro, en los primeros escritos de Pablo (1Tes 4,15-17; Rom 6,5). Pero en los escritos posteriores se llega a presentar como un acontecimiento ya realizado (Col 2,12; Ef 2,6). Por consiguiente, según el pensamiento de Pablo, la resurrección (que implica también corporalidad) se ha realizado ya. Lo que llamamos la muerte es el paso a la resurrección definitiva. En consecuencia, se puede decir, con todo derecho, que la resurrección acontece en el mismo momento de la muerte.
Esta idea está aún más clara en la enseñanza del evangelio de Juan. Es verdad que en ese evangelio se afirma la resurrección para el último día, como creían los judíos (Jn 6,39-40.44.54.11,24). Pero también es cierto que quien cree en Jesús tiene ya la vida eterna (Jn 5,24; 6,40.47), ha pasado de la muerte a la vida y ya no muere más (Jn 5,24-25; 11,26). De ahí la lapidaria afirmación de Jesús: "Quien haga caso de mi mensaje no sabrá nunca lo que es morir" (Jn 8,51).
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