Estamos todos consternados con la tragedia ocurrida en Haití. Allí pasaron cosas que movieron al mundo en el dolor, la solidaridad, la fraternidad y la ayuda humana.
La ciudad prácticamente desapareció, hay en muchas calles apenas escombros y víctimas del sismo. Todos temen lo peor... Me acuerdo de la palabra de Jesús que dice: "No temas".
Entre tantas víctimas y tantas construcciones derrumbadas, hay algo que nos está hablando, quizás nos está gritando, pidiéndonos que despertemos, que abramos los ojos para la realidad. La Iglesia ha perdido mucho en este desastre, obispo, sacerdotes, seminaristas y laicos dispuestos a trabajar por el Reino de Dios perdieron la vida. Pero hay una señal de que la tristeza o la tragedia no tiene la última palabra. En medio a los escombros del templo de Puerto Príncipe, el crucifijo está de pie, como símbolo de esperanza para este pueblo sufrido socialmente y políticamente.
La cruz de Cristo nos quiere decir que hay que transformar la realidad, pero hay que ser transformado primero el hombre.
Que esta Cruz de Puerto Príncipe nos ayude a abrir los ojos para comprender los signos del Reino de Dios y así nos comprometamos con el proyecto de Jesús.
P. Adelino
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