Celebramos en este domingo tercero de Adviento el Domingo Gaudate, o sea, el domingo de la alegría. Sería muy común, entre nosotros los cristianos y todo el pueblo, si nos preguntásemos ¿por qué la alegría? Teniendo en cuenta la vida como la llevamos con tantos miedos, inseguridades, injusticia, violencia, enfermedad nuestra o de alguien conocido y querido, ¿cómo celebrar con alegría, o dónde buscarla para celebrar?
Cuando la esperada venida está finalmente para realizarse y todas las señales la confirman, la esperanza y la preparación se transforman en alegría y júbilo.
No nos olvidemos del domingo pasado que Dios, en la primera lectura nos decía con un imperativo, era una orden que él nos daba: "quítate la ropa del duelo, viste la ropa de la gloria de Dios, pon en tu cabeza la diadema de la gloria del Señor". Este el el motivo de la alegría, porque sabemos que hay un SER grande y poderoso que nos guía, sostiene y ayuda. Otro motivo para alegrarnos es la llegada del Señor. Afinal, si ya hemos comenzado a preparar el corazón (la voz de Juan el Bautista) no devemos temer, porque ese día es el DÍA DE LA ALEGRÍA ETERNA, donde nos encontraremos definitivamente con el Señor de señores.
La primera lectura empieza con palabras de ánimo con un tono imperativo también: ¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén! El Señor ha retirado las sentencias que pesaban sobre ti..." En otras palabras, Dios nos ha perdonado, no hay deudas, no hay manchas, no hay porque temer ni sufrir. En la misma dinámica del domingo pasado podemos cambiar el nombre "hija de Sión e hija de Jerusalén" por nuestro nombre y veremos cómo Dios nos habla y nos anima; cómo Dios nos perdona a nosotros porque no se fija en nuestro pasado. Al igual que el domingo pasado vemos que Dios quiere saber lo que hacemos hoy. En este sentido tenemos el Evangelio para ilustrar y concluir el pensamiento.
El evangelio de hoy nos propone seguir el grito de Juan Bautista y aquellos que lo escuchan le hacen una pregunta: "¿qué debemos hacer?". Recordemos que el contexto es la prédica del bautismo. Ellos fueron bautizados. Juan responde una cosa sencilla. Son tres respuestas para distintos grupos que podemos resumir diciendo: sean gente, vivan como humanos, compartan la vida en vez de quitarsela, compartan los bienes en vez de la indiferencia y el egoismo, sean justos...
Queridos hermanos, éste es el mensaje para este domingo de Adviento: vivir la alegría porque sabemos que fuimos perdonados por Dios, porque nos estamos preparando para el encuentro con el Señor y nuestra esperanza, como nos dice San Pablo, no nos defrauda.
P. Adelino DOS SANTOS, HSICM
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