De los jóvenes llega hoy “una nueva esperanza” frente al “sentimiento de frustración por la crisis” que afecta a la sociedad, la economía y el trabajo. La convicción del Papa inspira el mensaje para la 45ª Jornada mundial de la Paz —que se celebra el 1 de enero de 2012—presentado esta mañana, viernes 16 de diciembre, en la Oficina de información de la Santa Sede.
Benedicto XVI contempla con atención las “preocupaciones manifestadas en estos últimos tiempos por muchos jóvenes en diversas regiones del mundo”. Y ve en ellas sobre todo “el deseo de mirar con fundada esperanza el futuro”. De aquí la elección de la “perspectiva educativa” que caracteriza el mensaje, centrado precisamente en el tema “Educar a los jóvenes en la justicia y la paz”. Y de ahí también el llamamiento a todos los componentes de la sociedad a fin de que tengan debidamente en cuenta “estos fermentos y el impulso idealista” que aquellos contienen.
El Pontífice habla con tono preocupado de las inquietudes que caracterizan el universo juvenil —en particular la "dificultad de formar una familia y encontrar un puesto estable de trabajo"— y recuerda la centralidad de la cuestión educativa. "Los padres son los primeros educadores" —subraya— porque es la familia "la primera escuela donde se recibe educación para la justicia y la paz”. Corresponde al Estado ayudar “a las familias e instituciones educativas a ejercer su derecho-deber de educar” a través de una serie de medidas concretas: entre ellas el Papa indica “una ayuda adecuada a la maternidad y a la paternidad”, la garantía de que “las familias puedan elegir libremente las estructuras educativas que consideren más idóneas para el bien de sus hijos” y el compromiso para favorecer el reagrupamiento de las familias. A los políticos Benedicto XVI pide además que ofrezcan a los jóvenes “una imagen límpida de la política, como verdadero servicio al bien de todos”.
En cuanto a los contenidos de la acción educativa, el Pontífice advierte que ésta “persigue la formación integral de la persona, incluida la dimensión moral y espiritual del ser”. Por ello recuerda que “no se puede sacrificar a la persona para obtener un bien particular, ya sea económico o social, individual o colectivo”. El mensaje papal pone en guardia sobre todo ante “la extendida tendencia a recurrir exclusivamente a los criterios de utilidad, del beneficio y del tener”. Y señala que para educarse “en la compasión, la solidaridad, la colaboración, la fraternidad” es necesario “ser activos dentro de las comunidades y atentos a despertar las conciencias sobre las cuestiones nacionales e internacionales, así como sobre la importancia de buscar modos adecuados de redistribución de la riqueza, de promoción del crecimiento, de la cooperación al desarrollo y de la resolución de los conflictos”.
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