Otro modo de ser laico y laica: Sí, es posible.
Vivir otro modo de ser Iglesia implica que realicemos también, como Pueblo de Dios, otro modo de ser laicas y laicos: una nueva espiritualidad eclesial, dentro de la Iglesia, siguiendo a Jesucristo, sirviendo a los pobres. Este modo diferente de ser laico y laica ya existe en la Iglesia. No solamente se puede afirmar que este nuevo modo es posible, como propone el título, sino ya se pueden describir las estructuras de esta espiritualidad nueva y a la vez antigua, ya que se remonta a la espiritualidad de los primeros seguidores de Jesús.
Si los laicos somos la Iglesia, como se ha explicado en el primer capítulo de esta reflexión, es necesario que asumamos nuestra condición de miembros de Cristo como una reponsabilidad propia. No podemos esperar lo que “la Iglesia debería hacer”, sino que es mi propia misión de laico ser la Iglesia y hacer lo que hace la Iglesia. No nos podemos disculpar con los errores de los jerarcas y con las equivocaciones del ministerio consagrado. Dios nos ha llamado a ser sus discípulos, y nos obliga a seguir a Jesús. Por esto, los laicos comprometidos con la palabra de Dios están buscando en todo el mundo los nuevos caminos de ser Iglesia en el mundo de hoy. La espiritualidad laical nueva es una vivencia comunitaria, como toda espiritualidad. Las comunidades de base, las pequeñas comunidades cristianas, los círculos bíblicos, los grupos de reflexión, hasta muchos grupos de la catequesis familiar, entre muchas experiencias más, son expresiones de una nueva conciencia laical de ser la Iglesia y de querer encontrar respuestas a las preguntas y los desafíos del tiempo presente. Si estas comunidades se abren para personas no creyentes, miembros de otras religiones o practicantes de culturas distintas, contribuyen a la unidad del género humano y a la búsqueda de la construcción de un mundo nuevo.
Muchos laicos se comprometen de forma explícita con la estructura visible de la Iglesia. Algunos asumen un ministerio laical, sea dentro de los ministerios de la teología tradicional, como los acólitos y los delegados de la palabra, o sea de facto como líderes de comunidad, animadores, catequistas, encargados de zona etc., mientras otros trabajan dentro de las instituciones eclesiásticas, como educadores, trabajadores sociales o teólogos laicos, entre otros. Ellos dan el testimonio de un nuevo modo de vivir el ministerio eclesial. Es un ministerio “ministerial”, que sirve de verdad, no solamente a los hermanos fieles, sino a toda la humanidad. Estos ministros laicos pueden ejemplificar lo que en el nuevo modo de ser Iglesia podría ser el ministerio desclericalizado: Un orden de cristianos no separado del Pueblo de Dios, sino a su servicio, y además inserto en el mundo, en sus quehaceres cotidianos, en la política y en la cultura, y renovando la humanidad desde dentro y en procesos de diálogo.
La misión eclesial de los laicos en el nuevo modo de ser Iglesia no los separa de sus vecinos, colegas, parientes, sino los una a ellos en la búsqueda común de la nueva humanidad. Por esto los laicos comprometidos mantienen su identidad cultural y su condición de clase. Son cristianos indígenas, cristianos obreros y cristianos de clase media. La vocación divina no le separa al laico del lugar en que vive, sino - como dice Karl Rahner - le confiere una “nueva tarea precisamente en este lugar de su existencia humana. Es que en este lugar preciso, la Iglesia existe a través de él.” (43) Es en el lugar de su vida seglar “donde está ubicado y solamente él puede estar ubicado, donde no puede ser representado por nadie, tampoco por el clero, y donde no obstante debe existir la Iglesia.” (44)
Es en su vida cotidiana, en el encuentro con los demás, donde las laicas y los laicos pueden descubrir la presencia de Dios (45). La celebración de la liturgia, la comunidad alrededor de la eucaristía y el estudio comunitario de la Biblia adquieren sentido en cuanto son relacionados con la vida diaria, los compromisos en el mundo y las relaciones humanas. El nuevo modo de ser laico consiste en una relación personal y directa con el Dios que nos llamó y que viene a nuestro encuentro diario en la oración, la liturgia, la Biblia, y en la persona humana. Para citar de nuevo a Karl Rahner, en una de sus palabras ya célebres: “El piadoso del mañana será un ‘místico’, uno que ha ‘experimentado’ algo, o ya no será” (46).
La misión de los laicos en el mundo no los excluye de su responsabilidad intraeclesial. Muchas veces, ante todo en el presente, se trata de minimizar la vocación ministerial de los laicos en la Iglesia recordándoles su misión prioritaria hacia el mundo. La composición global del “documento de participación” para la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano arriba mencionado refleja esta intención, ya que enfatiza la misión y no refleja los problemas de la estructura jerárquica de la Iglesia. Los laicos somos llamados a guiar y a liderar en la Iglesia, dentro de un ministerio servicial. Pero los laicos no existen para las tareas intraeclesiales solamente. No es nuestra misión ayudar a los párrocos a organizar la catequesis, adornar el templo y embellecer la liturgia. Dios nos llama a servir a la humanidad, ante todo a los pobres. Los temas existenciales de las personas en nuestro entorno y la causa de los pobres y necesitados en todo el mundo son los signos de los tiempos que nos conciernen a nosotros y nos desafían a dar una respuesta desde la palabra de Dios y nuestra fe personal. Este diálogo entre la experiencia de vida de las personas humanas y nuestra fe es el núcleo de la espiritualidad de un nuevo modo de ser laicas y laicos.
Por esto los laicos y las laicos participan en los movimientos y organizaciones populares, en las asociaciones civiles, en los clubes de madres y las juntas de vecinos. Son parte de la sociedad civil y comparten con los demás la lucha por la democracia, por la justicia, por la igualdad de género, por la pluralidad de culturas y nacionalidades. Y al mismo tiempo, los laicos exigimos la realización de estos valores seglares también dentro de la Iglesia.
Si la opción por los pobres sigue marcando, después de más de cuarenta años en América Latina, el nuevo camino de la Iglesia, esta opción adquiere una serie de matices concretos en el mundo actual y en la misión laical. Los laicos indígenas, los laicos afroamericanos y los laicos de cultura y religión popular, no abandonarán ya sus propias expresiones culturales, y no renunciarán a su religión autóctona para asumir su misión cristiana. El nuevo modo ser Iglesia de los laicos no solamente será inculturado, sino dará el ejemplo de una Iglesia realmente inserta y nacida de nuevo dentro de culturas y religiones. Las religiones de los pobres expresan las respuestas que ellos, a través de los siglos, dieron al llamado de Dios, ya mucho antes de la llamada “llegada” del evangelio a través de personas que no lo vivían, y que los pobres seguían dando durante todo este tiempo hasta el presente. Estas respuestas no deben ser borrados, porque son reflejos humanas de la palabra de Dios revelada a la humanidad amada por él. Por esto, también los laicos quienes nos acercamos al mundo de los pobres, aceptaremos y asumiremos las expresiones culturales y religiosas de los pobres como tradiciones de la historia de un pueblo con Dios. Los miembros de Cristo sabemos: La persona que vive en comunidad con los pobres, entra en comunión con Dios. No podemos amar a Dios si aborrecemos de las expresiones culturales de sus hijos e hijas queridas.
En el camino de la opción por los pobres, nos uniremos también con todas las personas de buena voluntad que buscan las mismas metas: justicia y liberación. En un mundo que produce cada vez más personas sin adhesión religiosa, aunque quizás tampoco se profesen ateos, como en otros tiempos de la teología de la liberación, es necesario superar no solamente las fronteras entre las religiones, sino también la frontera entre religión y secularidad, para cooperar con todos los que luchan por otro mundo posible, los que viven lo que Pedro Casaldáliga y José M. Vigil llamaron la “Espiritualidad de la Patria Grande” (47).
En el momento actual, los laicos y las laicas debemos asumir el reto de nuevos movimientos de liberación que existen en el mundo. Los tradicionales sujetos de reivindicación laboral, de lucha por la justicia y por los derechos humanos, los movimientos indígenas y afroamericanos y tantos otros grupos y movimientos de organización popular, se complementan con nuevas experiencias de carácter posmoderno, que constituyen para nosotros un signo de estos tiempos, aunque quizás en este momento son todavía minoritarios. El movimiento del diálogo interreligioso es un proceso a nivel mundial que ya tiene sus repercusiones en América Latina (48). La experiencia ecofeminista (49), que todavía para muchos parece un asunto elitista, empieza a tener relevancia en los sectores populares. La Teología India, para dar solamente un tercer ejemplo, va más allá de los intentos de inculturación y asume de veras el reto de un diálogo con los movimientos indigenistas, valorando las tradiciones religiosas indígenas del continente y poniendo de relieve, cómo ellas pueden dar soluciones a los problemas que acechan las sociedades latinoamericanas (50).
Hace cuarenta años terminó el Concilio Vaticano II. El nuevo modo de ser laicos y laicos y los nuevos caminos de la Iglesia son, en gran medida, fruto de este concilio y de su contextualización en América Latina, a través de la Teología de la Liberación, y en otras partes del mundo. Hace cuarenta años que el concilio terminó y que sigue siendo una tarea por cumplir. Sin embargo, en los últimos cuatro decenios, un nuevo modo de ser Iglesia, de vivir como laicos y laicas, miembros del cuerpo de Cristo, ya ha surgido y sigue creciendo. Los nuevos caminos de la Iglesia ya son una realidad.
Notas
(42) Rahner, Sakramentale Grundlegung, op.cit. 339.
(43) Rahner, Sakramentale Grundlegung, op.cit. 340.
(44) Elmar Klinger: Das absolute Geheimnis im Alltag entdecken. Zur spirituellen Theologie Karl Rahners, Würzburg: Echter 1994
(45) Karl Rahner: Frömmigkeit früher und heute, en: Schriften zur Theologie, Vol. VII, Einsiedeln: Benzinger 1966, 11-31, aquí 22.
(46) Pedro Casaldáliga, José María Vigil (ed.): Espiritualidad de la liberación, Guatemala; Managua: Lascasiana 1993. Tambien dispobile en http://www.servicioskoinonia.org/
(47) Asociación Ecuménica de Teólogos y Teólogas del Tercer Mundo (Ed.): Por los muchos caminos de Dios. Desafíos del pluralismo religioso a la teología de la liberación (Tiempo Axial 1), Quito: Editorial Verbo Divino 2003 - Id.: Por los muchos caminos de Dios II. Hacia una teología cristiana y latinoamericana del pluralismo religioso (Tiempo Axial 3), Zaragoza: Comité Oscar Romero 2004.
(48)Asociación Ecuménica de Teólogos y Teólogas del Tercer Mundo (Ed.): Por los muchos caminos de Dios. Desafíos del pluralismo religioso a la teología de la liberación (Tiempo Axial 1), Quito: Editorial Verbo Divino 2003 - Id.: Por los muchos caminos de Dios II. Hacia una teología cristiana y latinoamericana del pluralismo religioso (Tiempo Axial 3), Zaragoza: Comité Oscar Romero 2004.
(49) Freddy Dutz, Bärbel Fünfsinn, Sabine Plonz (ed.): Wir tragen die Farbe der Erde. Neue theologische Beiträge aus Lateinamerika, Hamburg: EMW 2004.
(50) Nicanor Sarmiento: Caminos de la Teología India (Evangelio y Culturas 2), Cochabamba: Verbo Divino / UCB, Buenos Aires: Guadalupe 2000, Eleazar López Hernández: Teología India. Antología (Evangelio y Culturas 3), Cochabamba: Verbo Divino / UCB, Buenos Aires: Guadalupe 2000.
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